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La bandera española y la senyera ondean junto al Palau de la Generalitat.

Cataluña vota tras una campaña a medida del independentismo

El debate ha sido plebiscitario, como pretendía Artur Mas, y el soberanismo aguarda la victoria con permiso de decenas de miles de indecisos

Alberto Ayala

Sábado, 26 de septiembre 2015, 16:47

Cataluña cerró anoche de forma oficial la campaña para las elecciones del próximo domingo, sin duda las más importantes de las últimas décadas para el Principado y para el resto de España. Si hace dos semanas el soberanismo marcaba el paso de salida con una espectacular demostración de fuerza en las calles de Barcelona con motivo de la Diada, anoche volvió a poner de manifiesto su capacidad de movilización con otro multitudinario acto a modo de epílogo, también en Barcelona.

El independentismo se ha apuntado un doble triunfo antes incluso de que abran los colegios electorales, el domingo a las 9 de la mañana. De una parte ha conseguido que todos los partidos sin excepción afronten estas elecciones autonómicas en clave plebiscitaria, lo que significa que el voto a las diferentes candidaturas se leerá en primer lugar como un "sí" o un "no" a la secesión. De otro ha logrado que nadie discuta cuál será el partido más votado mañana por los catalanes. Un honor que todos sin excepción conceden a Junts pel Sí (Juntos por el Sí), la lista unitaria que da cobijo al president Mas, a su partido Convergència, a ERC, a las entidades ciudadanas ANC y Òmnium, además de a un selecto grupo de exmilitantes independentistas del PSC y de Unió Democrática. Con qué guarismos ya es otra incógnita.

El control del tempo de la campaña por parte del secesionismo ha sido tal que la cascada de escándalos de corrupción que afectan al partido del president desde el presunto cobro de "mordidas" del 3% a constructores y proveedores, al "caso Palau", que le ha costado a Convergència tener nada menos que quince sedes embargadas, pasando por los diferentes affaires que afectan a la familia Pujol han pasado prácticamente desapercibidos estos días para el catalán medio. Al punto que en los cuarteles generales de las diferentes formaciones se da por seguro que no tendrá un papel demasiado relevante en el resultado final.

Mayoría absoluta

En estas circunstancias resulta de todo menos extraño que en frío, y esperanzas partidarias al margen, todos se preparen para que mañana se produzca una victoria soberanista en escaños, y previsiblemente por mayoría absoluta. Junts pel Sí todavía confía en alcanzar los 68 diputados en solitario, para no tener que depender de la CUP, formación asamblearia de izquierdas hermanada con Sortu que constituye la segunda opción para quien mañana quiera votar por la ruptura. A fin de cuentas, CiU y ERC obtuvieron 71 escaños (50 y 21) en los últimos comicios de 2012 por 3 de la CUP. Y en nueve de las diez elecciones celebradas desde la aprobación del Estatuto, en todas excepto las primeras de 1980, las formaciones nacionalistas siempre se anotaron la victoria por mayoría absoluta.

Cuestión diferente es el resultado que se registre en votos. Un dato que sería determinante en unas elecciones plebiscitarias de verdad y que en el caso catalán los partidos soberanistas pretenden que se pase de puntillas. Es probablemente la prueba más elocuente de que confían en sus fuerzas, sí, pero sólo hasta cierto punto. Nada sorprendente si tenemos en cuenta que de las cinco últimas elecciones autonómicas celebradas, en tres (1999, 2003 y 2006) los partidos no nacionalistas sumaron más papeletas que los nacionalistas.

Lluvia fina

Es imposible calibrar a priori la trascendencia que puede tener en las urnas, si es que la tiene, tanto la radicalidad que por momentos ha adquirido la campaña resulta del todo inusual escuchar a una persona habitualmente templada como el president Artur Mas invitar a hacer una "butifarra" (un corte de mangas) contra alguien, como la cascada de declaraciones de líderes políticos mundiales, empresarios y banqueros alertando de las negativas consecuencias que tendría la secesión.

"Cualquier campesino sabe que es mucho mejor que llueva casi todos los días un poco durante meses a que caiga el diluvio durante dos semanas seguidas. Nosotros llevamos años trabajando, sembrando, regando y ahora vamos a recoger. España lo ha hecho estos quince días y en un tono tan próximo al amedrentamiento que, yo creo, le va a resultar contraproducente", resaltaba ayer a este periodista un concejal de ERC de un municipio del área metropolitana de Barcelona. El edil agregaba: "Vosotros los vascos ya sabéis algo de eso de los tiempos de Ibarretxe".

El área metropolitana. El antiguo cinturón rojo de la ciudad condal. Buena parte de los alrededor de 600.000 ciudadanos que, según los sociólogos, permanecen indecisos sobre si votar y a quién votar residen en los municipios obreros que rodean Barcelona. Son la última esperanza del unionismo de revertir los pronósticos. "La posibilidad esta ahí, pero yo no he percibido en la calle un movimiento de suficiente entidad que me haga pensar en que pueden cambiar las previsiones", admite otro edil de la zona, éste del PSC.

Más difícil de interpretar aún es cómo se comportará el electorado de CiU, 1.116.259 personas en 2012. Nadie duda que el grueso seguirá con Artur Mas. Pero políticos y sociólogos están extrañados de los bajísimos resultados que vaticinan las encuestas a Unió. A pocos extrañaría que fuera una de las sorpresas de la noche electoral. Una papeleta refugio de quienes rechazan la secesión, pero en su vida diaria, por la presión social y por otras circunstancias, tienen complicado destapar su verdadera opinión.

Son las grandes incógnitas a despejar el domingo e influirán de forma determinante en la cifra de votantes. El récord de participación en unas autonómicas data apenas de 2012 con un 67,76%. Por debajo del 70%-72% los expertos ven pocas probabilidades de que se produzca una sorpresa. Por el contrario, por encima del 75% y no digamos si se ronda el 80% habría que empezar a poner en cuarentena todas las encuestas que se han dado a conocer en los últimos meses. De momento hoy es tiempo de reflexión. Para todos. En Cataluña y en el resto de España.

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