Los garitos más alternativos de Praga
Desde un pub de cuatro plantas donde sirven kalimotxo hasta un local en el que las cervezas llegan sobre raíles, o una antigua fábrica para comer el mejor goulash a ritmo de acordeón. La ciudad de los puentes y las torres revela su carácter en locales llenos de encanto
Marta Madruga
Viernes, 27 de marzo 2015, 01:52
Como un ensueño de narrador de novelas caballerescas, la ciudad de Praga se alza en imponentes construcciones góticas, renacentistas y barrocas atravesadas en silencio por el río Moldava. "Poema épico de la arquitectura", se atrevió a definir el poeta Rainer Maria Rilke de la urbe donde nació, un verso que se escribe a cada paso, atravesando sus adoquinadas callejuelas, zigzagueando entre bulevares parisinos aledaños al barrio judío, cruzando el puente de Carlos iluminado por sus grandes farolas o contemplando el reloj astronómico con cabeza erguida.
De forma bastante diferente la describió el cantautor y poeta español Joaquín Sabina, quien dedicó a esta ciudad su canción 'Cristales de Bohemia', y viajó hasta la capital checa para componer el álbum 'Vinagre y Rosas'. El suyo fue un viaje para encontrar la inspiración perdida, ésa que se va cuando uno se encuentra en un momento tranquilo y feliz de su vida y ha de recurrir al alcohol, los amigos, las faldas demasiado cortas y la juerga en general para sentirse con la gana artística -o la desgana emocional- de escribir versos del estilo de "Ay! Praga, Praga Praga, donde el amor naufraga en un acordeón". Y es que más allá de edificios, plazas y avenidas, de rutas que se encuentran en cualquier guía turística, Praga esconde su bullicio en locales de tinte turbio y cultureta, donde se huele la influencia soviética y se disfruta de grandes jarras de cerveza checa -'pivos' para los locales- a cambio de unas pocas coronas. Con este espíritu de parranda -bastante más atenuado del que tenía Sabina, que no hay afán de componer- trazamos una ruta para descubrir los mejores locales de la capital checa.