Íñigo Segurola riega una tomatera y apuesta también por calabaciones y lechugas, muy agradecidos para empezar un huerto en la terraza.

Los tomates de mi terraza

Si plantamos nuestra tomatera ahora, los primeros frutos aparecerán en la rama sobre la segunda semana de julio, después de San Fermín

Julián Méndez

Domingo, 17 de mayo 2015, 01:10

Ha llegado la hora. Destierre para siempre los sufridos geranios de su terraza. Sueñe y vaya encargándose un sombrero de paja de ala ancha porque después de leer estas líneas acabará convertido en estanciero de terraza, en un minifundista de balcón. Le aseguro que la cosecha merecerá la pena. Y, sobre todo, disfrutará del placer supremo de ofrecer a los suyos un alimento mecido por sus manos y regado por su sudor. Es lo que se llama el fruto del trabajo. Solo necesita paciencia.

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La propuesta es sencilla y sensata. Vamos a plantar una tomatera. Una sola. Si las cosas marchan como deben, será más que suficiente para que presuma de frutos hermosos. Bueno, aprovecharemos el espacio restante en la maceta para sembrar también media docena de lechugas. O unos calabacines, que son súperagradecidos y muy, muy productivos. Eso sí, nuestro instructor va a ser el mejor: Íñigo Segurola, paisajista y, desde hace 18 años, encargado de jardinería en Bricomanía.

Manos a la obra porque estas (de finales de abril a finales de mayo) son fechas de sembrar. Si preparamos nuestra tomatera en mayo, el primer tomate deberá aparecer en la rama hacia la segunda semana de julio, después de San Fermín. No olviden que agosto será el mes de máxima producción (lo digo para que lo tengan en cuenta en sus vacaciones).

Orientación y recipiente

La maceta, cuanto más grande mejor

Partimos de que nuestra terraza da al Sur. En caso contrario, tranquilo, no se apure. Deberá buscar otra especie más resistente. Lo mejor son las guindillas, los pimientos de Gernika o las piparras (fritas están exquisitas). También, el agradecido calabacín. O lechuguitas.

Lo primero es elegir la maceta. "Cuanto más grande, mejor", apunta Segurola. Hablamos de recipientes de unos 80 litros, piezas profundas, aunque también podríamos arreglarnos con tiestos más pequeños. Hemos visto hermosos tomates nacidos en una simple maceta.

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El suelo

Tierra con estiércol de oveja, el mejor

Lo siguiente es la tierra. Deberemos mezclar un 50% de sustrato comercial (poroso, estable y ya abonado) con un 25% de estiércol maduro (el mejor, el de oveja, pero hay también de conejo, o humus de lombriz). El otro 25% debe ser tierra convencional, de huerta, cargada de minerales y con un buen porcentaje de arcilla que retenga el agua. Amasamos la mezcla y apreciamos el tacto de la tierra. "Mejor sin guantes, es un modo de sentir. A mí me produce un estado de relajación, es como meditar con la mente en blanco", se explica Segurola. Hay quienes dicen que, además, descargamos las malas vibraciones.

Las mejores variedades

  • Cada paladar es un universo y el tomate, que para algunos tiene un sabor excepcional, para otros no pasa de la mediocridad, ilustra Iban Sabalza, del vivero ecológico Blasenea, en Zarautz, que ofrece la mayor variedad de tomates ecológicos de Euskadi.

  • Hecha esa advertencia, Íñigo Segurola, que cada verano organiza en su casa auténticas olimpiadas del gusto entre diferentes tomates, nos recomienda las siguientes.

  • Ciclo corto

  • (maduran antes y necesitan menos sol) Negro de Crimea, Saint-Michel, Plano de Erandio y Morado (o borracho) de Aretxabaleta.

  • Ciclo largo

  • (son tomates más grandes) Corazón de buey (ideal para tomate frito), De kilo, Korta e Igeldo.

  • Híbridos

  • (sus semillas no dan origen a nuevas plantas) Jack y Robin. Acogidos ambos al sello Eusko Label, son de altísima producción (triplican el rendimiento de una tomatera clásica).

  • Minis

  • Cherry negro. Ideal para macetas. Muy sabroso.

  • Hay variedades para todos los gustos. El especialista Iban Sabalza, por ejemplo, comercializa este año 300 tipos de tomate, entre ellos uno azul, índigo, de Afganistán. "Es curioso, muy ácido, cargado de antioxidantes", explica.

  • Su vivero es un excepcional observatorio de esta tendencia que lleva a los urbanitas a tratar de replicar una minihuerta en su terreza o a retornar a la Naturaleza a través de las huertas urbanas. "La gente ha quitado las plantas ornamentales y se ha dicho "planto unos pimientos, que también quedan bien y me los puedo comer". Ponen de todo tomates, fresas, cebollas... Conozco gente que tiene hasta sandías; se las apaña para tenerlas colgadas del balcón. Hay huertas de balcón que producen más que algunas huertas convencionales", sorprende Iban Sabalza.

Llenamos la maceta con el compuesto y lo apelmazamos levemente. Con las manos o con la ayuda de una palita (6 euros).

La tomatera

Una vara de bambú para dirigir su crecimiento

Lo mejor es adquirir una plantita (o varias) en comercios especializados. Haremos un profundo hueco en la tierra, a mano, e introduciremos el plantón de tomatera. Habremos previsto una vara (lo mejor es el bambú) que clavaremos al lado de la planta y hasta el fondo del tiesto. Será la guía de nuestra planta trepadora.

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Ahora vamos a guiarla. No sirven cordeles ni alambres de jardinería. Lo mejor, un trozo de tela vieja que anudaremos en torno al tallo. Al ser elástica, se adapta a las necesidades de la tomatera. A medida que nuestra planta madre, iremos anudándola. Segurola aprovecha el espacio sobrante para plantar media docena de lechugas de hojas de roble (alterna rojas y verdes). Una vez crecidas, recomienda consumir un par de hojas o tres exteriores de cada planta, dándole la oportunidad de que se regenere. También puede plantarse calabacín. Son sencillos de cuidar. "No hay nada como un tomate madurado por el Sol, no en una cámara".

Cuidados

Pegada a la pared de la terraza para evitar la lluvia

Es importante colocar la maceta pegada a la pared de la terraza, para resguardarla de las lluvias. ¿Plagas? El pulgón no es habitual, señala Íñigo Segurola. Lo más común son los hongos (la "roña", las hojas de la tomatera parecen oxidadas), provocados por el exceso de humedad o por las lluvias combinadas con altas temperaturas.

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Nuestro experto aconseja plantar albahaca junto a las tomateras. Además de usarla para acompañar nuestras ensaladas o platos de pasta, su aroma está indicado para alejar a los insectos. Hay una variedad, la albahaca limón, con un sabor muy interesante. La terraza puede emplearse también como un pequeño jardín de aromáticas: el romero y el tomillo perduran y son muy resistentes, al igual que la menta.

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