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Las Médulas brillando al sol.

Tras el oro romano de Las Médulas

La mina a cielo abierto más grande del Imperio espera desde hace 2.000 años a 25 km de Ponferrada

Iñigo Muñoyerro

Viernes, 25 de septiembre 2015, 18:02

La inconfundible silueta rojiza de Las Médulas se recorta en el horizonte a 25 km de Ponferrada, en El Bierzo, León. Al Noroeste de los Montes Aquilanos y junto al valle del río Sil. Se trata de la mayor mina de oro a cielo abierto de todo el Imperio romano, una colosal obra de ingeniería que transformó para las montañas de este confín leonés y creó un paisaje fantástico declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.

El visitante se encontrará frente a un paisaje único en el mundo. Naturaleza doblegada por el hombre en forma de suaves colinas de arena rojiza, cubiertas por una espesura de castaños y robles centenarios. Fueron excavadas por los romanos a lo largo de dos siglos para extraer oro. Lo hicieron mediante una obra de ingeniería extraordinaria, que creó un sistema de canalizaciones, galerías, lagos y túneles para mediante la fuerza de la gravedad aprovechar la fuerza del agua, derrumbar montes 'ruina montium' y arrastrar las tierras auríferas hasta los lavaderos.

Los astures ya explotaban el yacimiento cuando llegaron los romanos. Empezaron en la época del emperador Octavio Augusto, el mismo que entre los años 26 y 19 a. C. sometió a los cántabros y los astures. Trabajaron durante 200 años hasta el agotamiento de las reservas. Hay discusión respecto al número de personas empleadas. El historiador Plinio, director de las minas, habla de 60.000 obreros. Otros estudios basados en la tierra removida y restos de poblados rebajan la cifra a 20.000 hombres entre mineros, guardianes, comerciantes, etc. La vida de estos hombres debió de ser corta y dura, como de nuevo cuenta Plinio. Tampoco hay acuerdo sobre la cantidad de oro extraída. La cifra varía desde los 800.000 kilos de los cálculos más conservadores a las 4.000 toneladas de los más optimistas. En cualquier caso una cantidad fantástica.

Lo mejor de conocer Las Médulas es recorrer alguno de los itinerarios señalizados que las atraviesan a pie, en bicicleta o incluso a caballo. El punto de partida ideal es el Aula Arqueológica, en la entrada del pueblo de Las Médulas. Tiene una exposición permanente de maquetas y proyecciones para entender la génesis de estos montes. Ofrece visitas guiadas a las grutas y cuevas donde se extraía el oro. Algunas tan espectaculares como a la Cuevona. En el interior de las galerías se aprecian las marcas que los picos de los mineros dejaron hace 2.000 años. También se puede llegar hasta el lago de Carucedo. O subir al Mirador del Orellán, un lugar privilegiado para contemplar el paisaje.

Cualquier época del año es buena para visitar Las Médulas. En primavera el contraste de colores, el verde de la hierba retoñada y cobre de la arcilla es espectacular. Pero es en otoño cuando la luz declinante acrecienta la belleza de los barrancos y túneles coronados por picachos rojizos que sobresalen sobre la espesura de robles y castaños granados.

Una recomendación. Hay que llevar calzado adecuado para marchar. Iremos por caminos montañosos. También pantalones de recambio debido al característico polvo rojo o barro del terreno que impregna la ropa.

No se debe abandonar el Bierzo sin probar su gastronomía. Destaca el botillo, un embutido de pobres con mucho pimentón. La ternera de la zona es excelente. En temporada, las castañas y pimientos, sin olvidar los vinos de uva Mencía y el aguardiente.

El wolframio del poblado de La Seo

De unas minas a otras. Del oro romano de Las Médulas al wolframio (tungsteno) de las minas de Peña del Seo, en Cadafresnas, pedanía del municipio de Corullón, también en El Bierzo. Sólo para exploradores de parajes escondidos y casi secretos.

Allí, en la ladera de la montaña, en medio de un bosque de robles y castaños que se recupera de los incendios, el poblado minero de Peña del Seo, también llamado Poblado de la Piela, se derrumba. Fue la base de unas minas que fueron importantes y que trajeron riqueza pasajera a la zona. Tanto que inspiraron la novela de Raúl Guerra Garrido 'El año del Wolfram'.

El auge de la minería de wolframio en La Seo tuvo dos etapas: la II Guerra Mundial (1940-1945), cuando el mineral era extraído de manera furtiva y luego vendido a los alemanes. En aquella época la tonelada llegó a cotizarse a 285.000 pesetas. Y luego la Guerra de Corea (1950-1953). Cuentan que se vendían hasta 6 toneladas de mineral al mes. Hacia el año 1947 había ya 300 trabajadores en la zona.

Para dar alojamiento a esta población, en 1952 se comenzó a construir el asentamiento. Tuvo 41 viviendas familiares con una superficie de unos 60 m2/vivienda. Los solteros dormían en los sótanos. Los mineros eran unos privilegiados con unas comodidades superiores a los pueblos de la zona. Cada familia disponía de dos habitaciones, un baño con ducha, una cocina, salón comedor y despensa. Todas de calefacción, agua caliente y luz eléctrica a 125 voltios.

La bonanza fue corta. Con el final de las guerras cayeron los precios del wolframio. La mina cerró en 1957 y el poblado se abandonó en 1958. Desde aquella fecha languidece expoliado y se cae a pedazos. Un par de casas conservan el tejado, pero ninguna es ya habitable. Por su única calle corre el viento y deambulan las vacas. Los jaros y las zarzas se han adueñado de lo que en otro tiempo fueron huertas y jardines. La soledad es absoluta y al anochecer el caserío produce escalofríos. 'Mal rollo'.

Se alcanza (4 km) por la amplia pista en cuesta que comienza en Cadafresnas y encara la incomparable y estética Peña de La Seo, cima del Alto Corullón. Camino fácil pisado por los curiosos en temporada veraniega, que también acerca a las minas. Están arruinadas. Una de las bocaminas permite acceder al interior. Como curiosidad añadir que las galerías están repartidas en cuatro pisos y que las del nivel inferior se pueden recorrer con atención y linterna.

En Cadafresnas algunos vecinos (preguntar) venden nueces, castañas, patatas, hortalizas y una miel excepcional. También pueden contar historias de intervenciones de la Guardia Civil; de requisas de mineral ilegal; de furtivos y de los duros años del 'maquis'.

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