Piscinas cerradas en Bilbao: «Como venga el calor, se va a montar buena»
Los usuarios, en especial los mayores y las familias con niños, lamentan que la huelga les esté aguando el verano
Si hiciésemos un estudio sobre los sonidos más representativos del verano, es probable que se acabase imponiendo el ambiente de piscina, esa suma de chapoteos ... y risas de niños que llevamos grabada en la memoria desde nuestra propia infancia. Es uno de los ruidos más alegres y evocadores que existen. Y se hace muy raro pasar en pleno julio junto al complejo de Txurdinaga, siempre el más concurrido de los polideportivos municipales de Bilbao, y que allí siga reinando un silencio severo e invernal. La huelga de mantenimiento impulsada por ELA mantiene cerrada toda la red de piscinas, tanto cubiertas como descubiertas, con las únicas excepciones del Azkuna Zentroa (que tiene otro sistema de gestión) y, de manera intermitente, Miribilla.
Los usuarios se muestran respetuosos con la movilización, pero a la vez deploran los efectos sobre su vida cotidiana. Dos colectivos parecen especialmente apenados. Uno es el de las familias con niños: «Nos han limitado el ocio», resume Koldo, que sale del gimnasio de Txurdi y tiene dos niñas de 2 y 4 años. «Vivimos a cien metros y, un día como hoy, ya estaríamos en la piscina, porque a las crías les da igual el frío. No sé qué haremos: estoy investigando pueblos como Galdakao o Elorrio», explica.
El otro colectivo de damnificados es el de las personas mayores: «Mi mujer está quemadísima. Y, como ella, muchos otros que, del polideportivo, solo usan las piscinas. Los pobres críos de las colonias están ahí dentro con unos monitores, sin poder bañarse», se compadece Anselmo, uno de los muchos jubilados que acuden a las instalaciones a ejercitarse. Otros dos, Martín y Jesús Mari, han salido a airearse un poco y, entre estiramiento y estiramiento, van analizando la cuestión:
–No es solo la piscina, con la huelga está todo abandonado.
–Pero cobrar nos siguen cobrando.
–Como hace mal tiempo, el problema de la piscina se disimula. Pero, como venga el calor, se va a montar buena. Con sol esto se llena, siempre completan el aforo.
Sin chalé en Plentzia
Hay quien analiza el tema con perspectiva de clase: «Lo peor –aporta otro señor deportista, Álvaro– es que esto afecta a la gente que se queda en Bilbao, a los chavales del barrio, que son los que más necesitan un espacio donde disfrutar. A los que tienen chalé en Plentzia les da igual». Y hay quien lo enfoca de manera más personal: «Yo lo llevo fatal, ¡cómo lo voy a llevar! Suelo venir una vez o dos a la semana, en invierno a la piscina de dentro y en verano a la de fuera, porque a mi edad es muy bueno. Ahora haré bici y luego una ducha, pero con el baño sería más completo. A mis años...», lamenta Emilio.
–Pero... ¿cuántos años tiene?
–89, casi 90.
–Pues está usted muy bien, ¡será por la natación!
–Estaba bien a los 40, pero entonces nadie me lo decía. Ahora es solo un cumplido.
En la puerta del polideportivo de Atxuri, dos cartelitos estremecen el ánimo de los usuarios. Uno avisa de que la piscina –aquí, solo cubierta– está cerrada. El otro anuncia que en las duchas no hay agua caliente. Zoe sale del gimnasio un poco aturdida por esta segunda carencia –«es fría-fría, no templadita»–, pero a medio plazo le preocupa más lo otro: «Entiendo que haya que hacer la huelga ahora para que se note, pero para la gente es terrible. Yo tengo dos hijos de 9 y 4 años y solemos ir a Artxanda: habrá que recurrir a las fuentes, a los chorros... ¿Qué hacen los críos en verano sin piscinas?». Muchos usuarios ya han presentado reclamaciones. «Pero se están haciendo los locos», reprocha Ibon, otro padre que está trazando planes alternativos: «Yo echo mucho de menos el bañito después del gimnasio. Pero además tengo un hijo de 10 años y solemos llevarlo a Artxanda o Txurdinaga. Si esto sigue así, habrá que tirar para la playa, pero eso ya supone un despliegue, un lío, un gasto en gasolina...».
Las familias con hijos en los udalekus están que trinan: «Lo apuntamos a 'Verano deportivo, verano divertido' porque todos los días iban un rato a la piscina, y los niños asocian el verano al agua: si llegamos a saber esto...», se queja una madre, Patricia. «Yo estoy enfadada porque ya terminaron el curso sin piscina, en unos años fundamentales para aprender a nadar, y preocupada por la incapacidad del Ayuntamiento para resolver un conflicto así», desarrolla otra, Maider.
En el Azkuna Zentroa, el suelo traslúcido de la piscina permite comprobar desde el atrio que no solo está en funcionamiento, sino que la densidad de pies es mayor que de costumbre. El cierre general ha traído hasta aquí a «muchísima gente» y por las tardes se forman colas de usuarios que vienen por primera vez y tienen que activar el carné. Alex espera, con un bebé dormido en el carrito, a que su hija mayor salga del cursillo de natación: «Vivimos en Basarrate y la habíamos apuntado en Txurdinaga, justo al lado, pero al final tenemos que traerla aquí», aclara. Eso ha desbaratado toda su organización del permiso de paternidad: ya no puede aprovechar el rato del cursillo para subir a casa e ir preparando la comida. «¡Y encima sale con un hambre...!».
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