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Pisando fuerte nada más salir. Ania López
La Perra Blanco con corticoides y brillantina

La Perra Blanco con corticoides y brillantina

La guitarrista rocanrolera gaditana agotó el Kafe Antzokia y se quedó «supercontenta» por un concierto que casi suspende por enfermedad y por la baja de su teclista/saxofonista

Sábado, 25 de enero 2025, 07:59

Entradas agotadas en la venta anticipada y expectación especial este viernes en el Kafe Antzokia para ver a la guitarrista gaditana de boogie y rockabilly La Perra Blanco, que regresó a Bilbao tras su recordada intervención en el pasado Bilbao Blues Festival, en El Arenal. Y vino enmarcada (aunque de 'inmarcesible' la calificó su contrabajista La Bestia al presentarla al final) en el ciclo de conciertos llamado Negufest (Inverfest en Madrid), subvencionado por Europa y el Gobierno Central.

La Perra Blanco, alias de la en realidad llamada Alba Blanco, nacida en La Línea de La Concepción hace unos 30 años, casi suspende el concierto por dos razones: un problema de salud propio y febril (reveló que había tomado corticoides para poder cantar este viernes), y un problema de salud del padre de su teclista/saxofonista, por el que éste se dio de baja y fue sustituido la víspera por dos músicos: un pianista valenciano que se aprendió las canciones en la furgoneta de camino a Bilbao, y el saxofonista de los Travellin' Brothers Alain Sancho, al que como profesor del Conservatorio de Bilbao no le fue difícil solear como un honker, arreglar el repertorio como un compositor, e improvisar cual jazzman con su tenor.

Pero Alba aseguró que no suspendió por respeto a tanta gente, a la que avisó que no la quería defraudar. Y al de pocas canciones se declaró «supercontenta» por lo bien que estaba sonando todo tras lo mal que lo había pasado «en un día horrible en el que no he querido cancelar el bolo». Sí, tocó 15 temas en 86 minutos, los cinco actuantes sonaron empastados, los momentos de alargamiento o relleno fueron pocos y breves (lo más dilatado resultó la presentación final de los cinco actuantes, con solos de cada uno menos de ella, a la que le vino de perlas romper una cuerda de su guitarra con caja de brillantina para acabar el concierto, para así cuidar su salud y no estirarse en demasía, lo que suele hacer cuando se halla en forma).

A mitad del bolo se le notaba cara de pachucha. Ania López

El público del Antzoki entró al trapo desde el principio: salieron tres escuderos a escena y no tocaban, aunque se oía una guitarra que ella, La Perra, estaba rasgando entre bambalinas. Y apareció agitando el esqueleto de modo espasmódico pero punteando al tempo, poniendo poses a los cinco fotógrafos de la vanguardia, frenando todo de golpe y animando en plan flamenca: «¡vámonos!». Y justo se chafó la técnica y parecía que se iba a frenar la cosa, pero fue una falsa alarma porque salió un pipa, lo arregló en un pispás y ya hasta el final del concierto, que se hizo corto, todo ruló bien, por encima de las expectativas teniendo en cuenta los dos suplentes.

La carne en el asador

Echando toda la carne en el asador arrancó con 'Treat Me (Like a Man Should Do)', que ruló rauda pero con poso soul a lo JD McPherson y John Paul Keith. La acabó, nos confesó lo de los corticoides, dijo lo de que «no quiero defraudar a la gente», y no lo hizo durante un buen bolo en el que habló menos que otras veces, no soltó nada sonrojante (antes era muy malhablada, muy carretera), explicó el intríngulis de varias canciones (presentó los títulos de casi todas, exceptuando la primera y las dos últimas), contó que trabajó de cajera en una oficina de cambio de divisas y que por entonces «era muy enamoradiza», y bajó un par de veces a tocar entre el público (¡en plan blueswoman!).

Saltarina y precisa en su carril guitarrístico rockabilly boogie, del que no se sale apenas, La Perra Blanco no paró de saltar y de bailar ('It's Fun But Its Wrong'), recordó estilísticamente al mismísimo Elvis Presley de 1955 ('What Is Wrong with You'), aseguró que 'Rock Me Babe' «es una de mis favoritas entre todas las canciones que he hecho» (y fue un boogie vía Teddy & The Tigers), moldeó rock and roll años 50 en plan híbrido entre Janis Martin y The Comets ('You Can Touch My Back'), inspirada por una película de Bessie Smith compuso un tema que tituló 'No te quiere nadie porque no tienes dinero' (y ahí coló un punteó como si hablara la guitarra, como Luther Allison), a mitad del bolo se le notaba en la carucha que estaba pachucha, el góspel de Sister Rosetta Tharpe inspiró su acelerada 'Down and Bound' (daban ganas de gritar aleluya), facturó rockabilly frenético ('Sweet Daddy Lips', una de las dos cimas de la cita), se retaron la guitarra y el saxo hasta echar humo (en 'Why Don't You Love Me'), campeó el countrybilly ('So bue and so sad'), R&R marca Little Richard fue 'New Lover New Sweetheart' (aquí contó lo de la oficina de las divisas y fue la segunda gran cima de la cita), y boogie blusero vía Canned Heat fue 'Get It Out' (el título de su segundo álbum, un cancionero retro con el que ha logrado romper los límites de la tribu rockabilly, purista y minoritaria, porque el éxito que tiene no es normal, pero bienvenido sea).

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