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Arias, junto a un mural elaborado por las usuarias de la entidad, que ofrece diferentes servicios. Mireya López
Marian Arias | Responsable de sensibilización y formación en Askabide

«Penalizar al cliente no acaba con la prostitución, la lleva a la clandestinidad»

La entidad Askabide de Bilbao cumple 40 años apoyando a las personas que ejercen, la mayoría mujeres

Domingo, 3 de agosto 2025, 00:27

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Askabide, asociación que trabaja en Bilbao prestando apoyo a mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución, cumple cuatro décadas. Marian Arias, responsable del área de formación y sensibilización, repasa la evolución de este fenómeno e incide en que, ahora igual que entonces, quienes se dedican a ello están «marcadas por el estigma».

- ¿Por qué surgió?

- En aquel momento había un grupo de personas que constataban que en el barrio de las Cortes, donde se centralizaba toda la prostitución en Bizkaia, las mujeres estaban sin ningún tipo de ayuda. A través del vinatero, el señor que repartía el vino por los bares de Cortes, empezaron a contactar con ellas. Esa, buscar a las chicas, es la seña de identidad de Askabide, que no la hemos cambiado nada.

- ¿Qué atención prestan?

- Uno de los cambios es que tenemos muchos más recursos para ellas, y tenemos diferentes proyectos. Lo de estar en contacto directo sigue exactamente igual, aunque la prostitución ha cambiado radicalmente. También tenemos otros proyectos de asesoramiento, talleres, formación y empleo para las que se plantean dejar de ejercer, recursos residenciales…

- ¿Cómo ha cambiado el perfil?

- Totalmente. La prostitución no deja de ser un fenómeno que refleja nuestra sociedad. Hemos pasado de atender a un 100% de mujeres nacionales a un 95% de mujeres migradas. Las causas, o cómo se ejercía la prostitución, no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora. Antes Bilbao tenía un barrio chino donde se concentraba toda la prostitución, y ahora hay una dispersión total, una deslocalización, en pisos. No es necesario tener un local, con una aplicación quedas donde sea.

- ¿Y el tipo de cliente?

- El único perfil que tenemos de clientes es que son hombres en su inmensa mayoría, el 98%. Pero luego tienes de todas las edades, formación, clase social…

- Algunos estudios cifran en un 40% los españoles que han recurrido alguna vez a la prostitución. ¿Es invisible?

- Es evidente que muchos hombres recurren a servicios sexuales, aunque no tiene nada que ver un señor que hace 30 años acudió a una despedida de soltero a un club que un señor que es habitual. La prostitución ejemplifica muy bien la doble moral y la hipocresía. Se ve con todo lo que está pasando en política, de señores que por la mañana dicen que hay que acabar con la prostitución y que por la tarde se van con ellas. Eso es la prostitución; nadie dice que es cliente, pero hay muchísimos hombres que acuden a servicios sexuales.

- Pero las que viven en los márgenes son ellas.

- Tal y como está ahora la prostitución, es un tema de injusticia social total. Qué casualidad que ellas son mujeres migradas, normalmente en situaciones económicas muy difíciles, con cargas familiares... Ellas representan la dificultad, mientras ellos tienen una vida totalmente integrada en nuestra sociedad. Aunque sí percibo cierto cambio. Hace unos años había hombres que alardeaban de que habían estado en un club, y ahora es un tema más oculto, ya no lo ven como algo para exhibir. Pero es evidentemente que las dos partes de la balanza están totalmente desequilibradas.

- Mucha gente defiende que no lo dejan porque ganan bien.

- En algunos casos. Es un reflejo de nuestra sociedad, que hay gente que necesita cosas materiales y exhibir. Hay chavalas de 20 años que se mueren por tener un bolso que vale 1.000 euros y que son capaces de quedar y mantener relaciones sexuales para conseguirlo. Es una trampa, porque no se identifican como prostitutas, cuando lo que están haciendo es intercambiar relaciones sexuales por dinero o un iPhone. Nosotras trabajamos con mujeres en situación de exclusión, no con ese perfil. Esas mujeres no llegan a Askabide, pero ya veremos dentro de 20 o 30 años...

- ¿Cuántas mujeres ejercen la prostitución en Bizkaia?

- Es imposible de cuantificar.

- El Gobierno vasco hablaba de 1.100 en Euskadi y el Ministerio de Igualdad de más de 5.000.

- No hay 5.000 mujeres ejerciendo la prostitución. La metodología que utilizaron no es la más adecuada, porque la misma mujer puede anunciarse con diferentes teléfonos. Yo me fío del último estudio que hizo Carmen Meneses, y en Bizkaia diría que hay entre 800 y 900 mujeres, pero ahora ya no se puede cuantificar como antes, que pasabas por la calle Cortes y más o menos contabas las que había.

- ¿Por qué han desaparecido de la calle?

- Por la tendencia social, que es la invisibilidad, y porque en muchas ciudades, entre ellas Bilbao, hay ordenanzas que prohíben la prostitución en la calle, normativas que para nada han mejorado la situación de las mujeres. Yo todavía no encuentro legislaciones que realmente se preocupen de ellas. Nadie quiere la prostitución en su barrio, y menos que se vea, pero volvemos a lo mismo: que se invisibilice no quiere decir que desaparezca, sino que es de otra manera.

- Algunas medidas que plantea el Gobierno van en esa dirección: multar al cliente, cárcel para el proxeneta…

- Solo las medidas punitivas no solucionan esta historia. Para empezar, a nivel social hay que entender que es un tema muy complejo, donde hay personas muy diferentes y con necesidades muy dispares. Sacar una ley que beneficie a todas esas personas es muy complicado, pero desde luego penalizando al cliente no se soluciona, porque estás llevándolas a la clandestinidad. Tendrían que proponer otro tipo de herramientas para que ellas pudieran elegir libremente qué es lo que quieren hacer, que tuvieran las oportunidades que tenemos las demás. Cuando llegas aquí, eres mujer migrada, no tienes documentación, no puedes trabajar... Se te cierran tantas puertas…

- No deciden libremente.

- Ese es el debate. Para nosotras no es lo mismo prostitución que trata, donde hay un tercero que te obliga. Pero, ¿hasta qué punto elijo libre libremente con las pocas posibilidades que tengo?

- ¿Abolir o legislar?

- Cuanto más tiempo estoy en Askabide, menos claro lo tengo. Creo saber lo que no funciona, las medidas punitivas solas, pero no soy capaz de decir que con la abolición desaparecería la prostitución, porque no lo creo. Y regular también tiene sus problemas, porque cuando regulas lo haces para todo el mundo, y con un perfil de mujeres migrantes, y sin documentación, muchas se iban a quedar fuera.

- En otros países hay normativas.

- Si hacemos un repaso por lo que está pasando en Europa tenemos modelos abolicionistas en Suecia y Noruega, pero la prostitución no ha desaparecido, se ha invisibilizado. Eso no quiere decir que en Holanda y en Alemania, que se ha regulado, las mujeres estén superbién, no, porque el tema de la prostitución tiene un problema muy gordo que es el estigma. El verdadero problema que tienen ellas es que el hecho de ejercer la prostitución las sitúa fuera de la sociedad, y eso no cambia con una regulación.

- Todo este debate, ¿qué sensación genera entre ellas?

- Ese es otro error que cometemos, que de alguna manera hablamos por ellas y no están en ese debate, salvo unas pocas. Ellas tienen un tema de necesidades básicas, de que tienen que conseguir un piso, mandar dinero a su país, legalizar su situación administrativa, ocultar a sus hijos que están ejerciendo... Entonces, no están ahí, y creo firmemente que la situación de las personas que ejercen la prostitución no cambiará hasta que ellas lideren ese proceso. Lo adecuado es que ellas dijeran qué es lo que quieren y hacia dónde quieren ir.

- ¿Cuál es el futuro de Askabide?

- Es una entidad que tendría que desaparecer, es lo lógico. Pero la verdad es que estamos muy lejos ahora mismo de poder conseguir eso.

- ¿Qué es lo que más le ha impactado?

- La soledad. He oído historias muy duras de violencia, de dolor, de hijos que se enteran de que están ejerciendo la prostitución y no quieren saber nada de ellas… Pero lo que más me impacta es que una mujer esté en el hospital y nadie vaya a verla, solo vayamos nosotras. Esa sensación de que no tienen a nadie… Como pasó con el shaolin. ¿Quién las echaba de menos? Me parece tremendo.

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