Una pareja con muchos grados

Lo mismo embotellan vodka que ginebra y ron. Tampoco faltan vermús y sangrías. Fabrican también licores de hierbas y café, aguardientes de orujo y ‘patapalos’ (cremas de licor con ron) de fresa, mora y chocolate blanco de divertidos y llamativos colores que recuerdan a las bebidas de cuentos mágicos. Por supuesto, cuidan los paladares más veteranos y autóctonos con la elaboración de patxaranes.

Aintzane y Eduardo manejan fórmulas que obviamente mantienen en secreto. Va en ello su futuro. El negocio, pese a su corta existencia, marcha viento en popa. Les llegan pedidos hasta de la India y ya producen para «terceros» de Europa y Asia. No dan abasto. Desde hace tres meses, la licorería se ha convertido en su segunda casa. Apenas pisan la calle. Al impulso de su negocio le ha sentado como un guante ofrecer mejores precios que la competencia. Prestigiosos restaurantes y bares vizcaínos figuran entre sus clientes.

Pero lo que más ilusión les hizo fue la llamada del Departamento de Agricultura del Gobierno vasco para notificarles que se habían convertido en la primera fábrica de elaboración de bebidas derivadas y de productos intermedios en la provincia. «La sorpresa pasó a convertirse en orgullo pensando en los comienzos históricos de esas destilerías familiares de Escocia. Imaginamos que empezarían de forma singular, consiguiendo unas licencias y realizando pequeñas producciones artesanales hasta convertirse en referentes de calidad y tradición», coinciden Aintzane y Eduardo. Salieron al mercado en 2014 con la ginebra Anubis, que es el buque insignia de la marca, junto al vodka Horus y el ron Brontze. «Nos la hacían en otras fábricas y siempre andábamos a vueltas con la controversia de si la ginebra era de Bizkaia. Dependíamos de los detalles de otros hasta que asumimos todo el control del proceso», reiteran.

Desde la selección de botánicos, sus tiempos de maceración, sus dosificaciones y variedades infinitas hasta su envasado, diseño, marketing... Una visita a la destilería de Fika recuerda a los talleres de moda y laboratorios. Entre tanques y cubetas, con las que trabajan para dar con las medidas exactas de sus espirituosos, sobresalen botellas de diseño fabricadas con vidrio italiano y rematadas con dibujos de piratas y calaveras . «Queremos ser profetas en nuestra tierra. Es necesario cuidar la imagen y la estética externa en el ‘packaging’. No queremos dejar nada en manos de terceros». Lana y Aguirre presumen de una producción artesanal y «poco mecanizada, pero propia. No queremos ser un proyecto conformista que saca una marca y espera dar el campanazo», argumentan. Pretenden trabajar como «hormigas» y dejar poso. Empezaron con la ginebra y ya andan con 17 productos diferentes.