La oferta de ir a Madrid llegó cuando preparaba el regreso a su viejo empleo

- ¿Cómo le gustaría que le recordase la gente en Bilbao?

- Espero que se acuerde de mí y no de mi familia (ríe). Bueno, pues como una persona que se dedicó en cuerpo y alma a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Me ha costado muchos desvelos, incluso la salud, pero ha merecido la pena.

- Cuando decidió que ya no quería seguir en el Ayuntamiento, ¿se planteó regresar a su trabajo y abandonar la política?

- Sí. De hecho, estaba ya elaborando la documentación para regresar. Soy técnico de una empresa pública foral.

El problema es que no era muy presentable que alguien de la relevancia de Gil desapareciese de la esfera pública. El PSE le tiene como un activo notable, y entonces apareció ese hueco en el Senado. Era una oferta que no podía rechazar. El portavoz socialista apela, en este sentido, a su militancia histórica: «Yo soy socialista para que cuando un chaval nace no esté condicionado por la cartera de sus padres. Creo en la sanidad pública, en la educación pública, en unos servicios públicos fuertes. Por eso me he jugado mi libertad y mi vida durante años».

- ¿En qué se diferencia el PSE de Andueza y el de Mendia?

- Evidentemente, serán estilos diferentes, como Idoia lo era de Patxi, y Patxi de Redondo. Eneko responde a los estándares de la nueva generación y conectará perfectamente con lo que la sociedad demanda.

- ¿Ve factible el tripartito de izquierdas en Euskadi?

- Lo veo difícil a corto plazo. Los pactos de gobierno actuales PNV-PSE están funcionando y la ciudadanía lo reconoce; es la primera vez que, estando cogobernando, los dos partidos hemos crecido. Bilbao es un ejemplo y en las últimas municipales hemos subido hasta ser la segunda fuerza.

- En Madrid hay un claro entendimiento con EH Bildu.

- La política se tiene que normalizar. Pero si hablamos de pactos de gobierno, hacen falta unas exigencias éticas mínimas y hay una cosa que aún está pendiente: decir que matar estuvo mal.