«Las niñas ven la violencia machista como una paliza, no como un bofetón»
La experta Marina Marroquí, víctima de agresiones y abusos cuando era menor, ofrece charlas en Barakaldo para concienciar sobre esta grave lacra social
Tras pasar por más de 700 localidades y ciudades, ante unos 400.000 adolescentes, la educadora social Marina Marroquí (Elche, 1988) es una de las voces contra la violencia de género más influyentes y más escuchadas entre los jóvenes del país, quienes están llamados a erradicar esta lacra. A través de un lenguaje cercano y relatando su dura experiencia, después de ser violada, golpeada y quemada por su expareja desde los 15 a los 19 años, ha ofrecido esta pasada semana en Barakaldo varios talleres sobre prevención y detección precoz de la violencia de género y sexual a estudiantes de 4º de la ESO. Pero también desde otro prisma para madres, padres, profesores y profesionales de la salud y la educación social.
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Una labor que esta divulgadora y activista, autora de tres libros, emprendió hace once años. «Con mi primer monólogo, 'Eso no es amor', hice un taller que me hubiera encantado que me lo hubieran dado a mí antes de conocer a mi expareja. Ahora mi obsesión es que todo esto les sirva a los jóvenes», explica a EL CORREO, afirmando que el tema despierta «una gran preocupación», asegurando tener la agenda llena «hasta 2027». «Yo siempre les digo que soy el ejemplo a no seguir porque yo no salí del maltrato sola, a mí me sacó mi familia en el último momento. Nunca me atreví a poner una denuncia y soy ese gran agujero negro de mujeres que se lo callan, se lo guardan y tiran para adelante intentando negarlo. Tardé cinco años en decir la palabra maltrato en voz alta».
Ahora Marroquí –galardonada con numerosos premios por su trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres– anima a todas las víctimas a denunciar, reclama una educación sexual universal y generalizada desde la primera infancia, y da consejos mientras alerta de los peligros de la pornografía. «La de ahora es la primera generación de chicos que no busca el porno, sino que les encuentra a ellos. La violencia sexual se está volviendo más extrema y sádica, y está apareciendo en edades más tempranas. Con 8 años ya lo ven y con 12 lo consumen de manera habitual», afirma, resaltando que en sus charlas los jóvenes se dan cuenta que están viviendo poco más que en una realidad pararela, la del dolor y el daño normalizado.
«Yo les hago un decálogo, para saber si a ellas las están maltratando: si tiene celos de cualquiera que se acerca a hablarte, si tienes que pensar todo lo que dices antes de decirlo, si estropea todas tus ocasiones especiales… También pautas, para ver si están teniendo relaciones sanas. Soy muy bestia, les digo diez sencillos pasos para saber si estás follando o violando: si ella está tensa y nerviosa, evita la mirada, si cae una lágrima por el rabillo del ojo, si se queda quieta… Esto no es 'solo sí es sí', o 'no es no'. Si no disfruta, están teniendo otra cosa. Es brutal ver la cara que se les queda al darse cuenta de que lo que el porno les dice que es sexo normal es violar. El cerebro les explota», declara.
Unas sesiones que según señala Marroquí terminan en muchos casos «con los chicos cuestionándose, dándome las gracias», y con las chicas «rotas, llorando», al darse cuenta que están siendo maltratadas. De su interacción con los chavales a lo largo de esta última década la experta ha comprobado que ha habido «un paso atrás muy rápido» en la normalización de la violencia. «Siempre pregunto qué tiene que pasar en una relación para romper de forma fulminante, y las respuestas siempre han sido las mismas, que te pongan los cuernos y que te peguen, pero en los últimos meses repiten 'que te den una paliza'. Ellas me dicen que si reciben una ostia y el tío está bueno, se lo perdonan. La línea roja están consiguiendo diluirla, y es muy peligroso. La violencia genera una adicción y no se limita solo a la sexual, sino también al bullying cada vez más duro, o a las peleas en los parques».
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«Bomba de relojería»
Esta activista también pone el foco en el machismo, en la pornificación de la sociedad, «en cada canción y en cada película», y en lo que les cuesta a las familias abordar el problema. «Los estereotipos siguen estando. Los padres tenemos que romper la brecha generacional, formarnos, ver qué peligros hay y acompañarles, porque al final los jóvenes están pagando el precio de una bomba de relojería muy peligrosa». Marroquí también asegura que los adolescentes están «pagando los platos rotos» de la ineficacia del sistema. «No se está haciendo nada. No hay leyes que realmente respondan a esto, no hay un plan educativo, ni nada que legisle que a niños de ocho años les lleguen vídeos en masa de cómo descuartizan mujeres o violan bebés. Hay que actuar, queda todo por hacer».
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