
Rastreadores de tesoros en el bosque
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La sociedad micológica y de ciencias naturales del municipio cumple 50 años alimentando la pasión por el medio ambienteas sociedades micológicas nacieron al calor «de gente inquieta a la que le gustaba el monte», pero a día de hoy se han consolidado en ... muchos rincones de Bizkaia como lugares a los que acudir en busca de consejo. José Cañadas preside la de Basauri, que ya suma medio siglo de andadura. Los 105 socios con lo que cuenta la entidad se confiesan cautivados por la naturaleza y su preservación, pero son las setas y los hongos los que centran buena parte de la actividad anual de la organización.
Pese a que existe cierto «boom» entre las nuevas generaciones por echarse al monte, Cañadas, al que todos conocen como 'Txanka', lamenta que la juventud está más preocupada «por saber si algo se puede comer en lugar de qué es lo que recogen».
La sociedad micológica y de ciencias naturales de Basauri nació «en un contexto social diferente, cuando había muchas trabas por el mero hecho de reunirse. Pero un grupo de no más de veinte personas lograron sacarlo adelante», recuerda Cañadas. Entre los primeros socios, presididos por Román García, «había biólogos y estudiosos que conocían muy bien el monte y adquirían libros para seguir documentándose. Juntaron una de las mejores bibliografías que hay en las sociedades», apunta Cañadas.
El actual presidente reflexiona sobre el cambio tecnológico que se ha producido en los últimos años y las desventajas de acudir a sitios web para consultar dudas sobre ejemplares que se recogen en el monte. «Internet equivoca a mucha gente y hay muchas setas que se parecen, pero no te puedes fiar porque pueden ser peligroso».
Recuerda uno de los casos que más le llamó la atención: «Conocí a un hombre que fue al monte y preguntó en el bar por lo que había recogido. Le dijeron que eran cojonudas y después de unos días se empezó a encontrar mal. Tras examinarle, el médico le preguntó si había estado en contacto con algún raticida, hasta que cayó en la cuenta de que podían haber sido las setas».
Tiempo después, en la sociedad de ciencias naturales se organizó un coloquio «con el intoxicado, un médico y micólogos para concienciar sobre las setas». Cañadas insiste en que «este tema no se puede tomar a broma, ya que una seta mortal puede llevarse por delante a alguien de 70 kilos». Por eso, remarca que acudir a los expertos en busca de información sobre lo que se recoge en el monte es la mejor precaución que puede adoptar un aficionado.
El grupo organiza cada año excursiones para recoger setas y hongos con los más pequeños para abonar así el interés por el mundo micológico, pero lamentan que no haya relevo generacional. «A los jóvenes les sigue interesando ir a por setas, pero no van a sociedades micológicas para saber más sobre ellas».
Unido a esto se percibe «un cambio a peor» en los hábitos de recogida. «Hay mucha gente que va a por setas para venderlas y estropean el monte a su paso. Ya hay algunas especies en peligro de extinción», afirma Cañadas. Los expertos piden «que se regulen las cantidades que se pueden coger» y evitar así que se esquilme el medio natural. También divulgan ciertas recomendaciones «como llevar cestas, para que puedan caer las esporas».
La sociedad micológica pone a disposición de los interesados todos los lunes un servicio de identificación y organiza una vez al año una exposición para mostrar ejemplares de distintas especies y mantener viva la tradición micológica en Basauri.
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