«Quiero ver dónde se maquillan los payasos Pirritx eta Porrotx»

«Queremos saber qué sucede en el interior, al otro lado del telón», reconocieron impacientes las amigas del grupo de pintura y manualidades de El Kalero. «Yo nunca he estado en el camerino de una actriz y por aquí han pasado muchas», añadió Conchi. «He venido muchas veces con mis nietos a ver Pirritx eta Porrotx, quiero ver dónde se maquillan», apuntó Rosa.

A las 10.00 horas, el guía, Eneko, salió a recibirlas. «Soy el primer acomodador que hubo en el Social hace sesenta y seis años, cuando el teatro estaba en manos privadas, vengo del pasado», le ponía énfasis a sus primeras palabras. «Danos la receta para poder volver nosotras así de bien y jóvenes», le contestaban las visitantes.

«Este fue el primer Social que tuvimos y luego fue creciendo, al principio el edificio era blanco. Somos el tercer teatro más importante de Euskadi por tamaño y equipamiento, únicamente por delante de nosotros está el Arriaga y el Euskalduna», recordó el responsable.

Quienes acudieron a la cita descubrieron que no siempre fue municipal, en sus inicios fue una iniciativa de la Basconia. «Primero se llamó 'centro social de San Pedro de Basauri' e incluía un salón grande, otros dos también amplios y uno menor. Los últimos tres forman hoy en día el hogar de jubilados. En 1982 se cerró y once años después lo compró el Ayuntamiento. Después de hacer las obras pertinentes se inauguró en 1993 como Social Antzokia, por eso decimos que este año es el 30 aniversario», resumió el guía.

Tras la pequeña introducción, el grupo se subió al escenario para recibir una explicación de todas las piezas que encajan para que la magia brote tras el telón, hoy en día ya de la mano de la tecnología. Luego, visitaron los camerinos en los que se han caracterizado en estos años centenares de actores famosos. «Por aquí han pasado José Luis López Vázquez, el 'Brujo', María Dolores Pradera, Bustamante...», enumeró el conductor de la visita.

De allí subieron a los dos anfiteatros y la sorpresa final llegó en la sala desde la que se proyectan la películas. «Antes se necesitaban cinco o seis rollos de película, el operador colocaba las bobinas y las iban ensamblando. Una anécdota con 'Titanic', como era eran tan larga y para no hacer un descanso, tuvieron que poner una base para que la bobina no pegase en el suelo», resaltó.