«Quiero que la gente se alimente mejor y disfrute de comida como la de amatxu»

Amaia, de 49 años, lleva la hostelería «en las venas». Su abuelo abrió un bar en Ugao en1964, y tras las inundaciones de agosto de 1983 el negocio familiar, 'Anaia', se trasladó al mismo local en el que hoy ella cumple uno de sus sueños. «Yo estuve aquí, detrás de la barra, durante 20 años», recuerda. Su profesión no estaba ligada a la hostelería, ejerció como auxiliar administrativa, pero seguía echando una mano en el bar cuando podía, y al final se acabó convirtiendo en su vocación. «Me di cuenta de que se me daba bien y me gustaba». Estudió un grado medio en Cocina, realizó cursos de pinchos, de comida internacional y le dio una vuelta al negocio. «Ofrecíamos bocadillos, platos combinados, pinchos… pero saliéndonos de lo tradicional, eran más especiales y eso hizo que la gente nos conociera». En ese momento descubrió su amor por los productos ecológicos y de kilómetro cero y, aunque por asuntos personales se apartó unos años de los fogones, «la idea de volver y montar algo por mi cuenta seguía rondándome la cabeza», confiesa, hasta que finalmente el proyecto se materializó a finales de noviembre.

«En la zona tenemos productos fantásticos que a veces no tienen cómo darse a conocer y pensé que yo podía cocinar con ellos y ofrecérselos a la gente y a la vez darle un plus de calidad a mi cocina», indica. Este local propone un menú para cada día de la semana «pero no quiero que sea el típico, hay cocina vasca con algún toque italiano o mexicano, depende del día», detalla. Y destaca que lo que más le ha sorprendido desde que abrió las puertas es que «las madres que cocinan en casa vienen, les gusta y repiten, y eso es muy buena señal», algo que en parte entiende ya que «son productos maravillosos, muy fáciles de vender, si lo pruebas, no quieres otra cosa». Otro de sus propósitos es que «la gente deje de asociar lo ecológico con lo caro. Igual el precio es algo más elevado –12,90 euros primero, segundo y postere, con raciones a cuatro y cinco euros–, pero merece mucho la pena por la calidad».

Además de las fuentes humeantes tras el cristal del mostrador, en la tienda se puede comprar directamente la materia prima. Pan de Zeberio, huevos ecológicos de Etxauri, cervezas artesanas, conservas de Lodosa, aceite de Mendavia, miel o chorizo de Urgoiti y otros productos que Amaia cocina «con todo el cariño para que nuestro estrés diario y el trabajo no sean obstáculo para poder disfrutar de una alimentación variada y saludable», señala mientras termina de preparar el postre: empanadillas de crema pastelera con chocolate y frambuesa que «volaron» a lo largo de la mañana. Adelanta que cuando el proyecto «esté más asentado» aprovechará el amplio local para impartir charlas y talleres sobre alimentación saludable y catas de productos. «Me apetece mucho enfocarlo hacia el público infantil, que adquieran ese gusto por la cocina y aprendan recetas».