374 profesionales de la comarca del Nervión-Ibaizabal se someten al cribado del coronavirus

Una de las primeras en acceder al recinto galdakaotarra ha sido Haizea, que ha tenido que desplazarse desde la residencia DomusVi Arandia de Arrigorriaga. «Me reincorporé a comienzos de mes y ya me hicieron una PCR, esta es la segunda. De todas formas, y aunque me parece bien que se haga este control, es un desbarajuste porque realmente te marean y te hacen desplazarte. He tenido que pedir a una compañera que me venga a buscar», confesaba. Su misma situación también la compartía Susana Sanmiguel. Ella, además, venía desde Orduña. «Lo lógico hubiera sido que las enfermeras de nuestro centro nos hubieran hecho la prueba en lugar de obligarnos a movernos. En mi caso, esta es la cuarta ya», manifestaba.

Pese a que desde el pasado mes de julio la institución foral no ha cesado en su empeño de buscar el virus, ya ha realizado más de 17.000 test, para algunos profesionales la medida «vuelve a llegar tarde». «Se tendría que haber actuado cuando las cifras comenzaron a aumentar y las cosas empezaron a ponerse feas otra vez. Este cribado masivo llega tarde», denunciaban empleadas de la residencia Santa Bárbara de Galdakao.

Para Cesar Campo, trabajador del centro de Apnabi de Arrigorriaga, era la séptima PCR. «Todas las que me he hecho hasta ahora han sido en un sitio distinto así que venir hoy aquí ya me ha dado igual», desvelaba. Y celebraba que el cribado previsto para mañana fuera para los visitantes. «Hay que erradicar el miedo y me parece estupendo que se las hagan, ya era hora», valoraba. Pero no todo el mundo ha compartido su entusiasmo. El director de la residencia Virgen de la Vega, también asentada en Galdakao, ha tildado de «absurdas» las pruebas programadas para mañana. «Estando la población en alerta roja no me parece de recibo que se siga consintiendo que en las residencias continúen yendo las familias. Creo que la Diputación tendría que apostar por restringir las visitas temporalmente. En el centro nosotros mismos podemos controlar quién entra, pero cuando salen fuera ya no podemos hacer nada. Es un riesgo añadido que además ni tan siquiera ofrece garantías a las propias familias», afirmaba preocupado.

Isabel bajaba a media mañana del centro DomusVi de Aperribai, uno de los barrios altos de este enclave vizcaíno. A su parecer habría que realizar un mayor número de pruebas, pero también aclarar a los familiares el resultado obtenido. «Aunque salga negativa es algo puntual de ese día. Hay que evitar que se sientan inmunes porque no lo son», sentenciaba. De cualquier modo, mañana de dos a siete de la tarde, 239 personas volverán a pasar por la citada instalación deportiva para someterse a la prueba.