Pamela de espaldas contempla a su mascota Tula L. P.

«O mi perro entra conmigo o renuncio a dormir en el refugio de Basauri»

Pamela y dos mendigos más abandonan el albergue municipal en protesta por negarle el acceso a su mascota, que debía dormir «en la calle»

LEIRE PÉREZ

Miércoles, 1 de febrero 2023, 01:19

Tula, una pequeña perra que se acurruca en un saco de dormir, es la mascota de Pamela, una mujer natural de Mallorca que lleva «tres meses» durmiendo en los soportales de la iglesia de San Pedro en Basauri. Para una mujer de 41 años no es fácil sobrevivir en la calle. Ella tocó fondo «hace siete meses» y este animal, que lleva «siete años» haciéndola compañía, se ha convertido en su guardián. Ladra a cualquiera que se le acerca.

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Pamela le demostró su amor hace unos días cuando renunció a dormir en el centro de acogida nocturna que el Ayuntamiento de Basauri habilita cuando el termómetro se desploma. Abre sus puertas de 20.30 a 09.00 horas con un total de seis plazas y la posibilidad de cenar y asearse.

La mujer se dirigió allí junto a sus dos compañeros de soportal porque las noches estaban siendo «muy duras» por las heladas. Pero los tres no tardaron en darse la vuelta a modo de protesta –sus compañeros en solidaridad con ella– después de que les dijesen que la perra no podía acceder al interior y que se tenía que quedar «en el parking, en un carro con cartones», cuenta a EL CORREO. Al parecer, la normativa del centro recoge la prohibición de que los usuarios entren al centro con animales.

«Tula es lo único que tengo, en la calle no se podía quedar sola, se puede morir. O mi perra entra conmigo o renuncio a dormir en el refugio. Lo tengo claro», puntualiza. «¿Pero cómo voy a dejar fuera a un animal con sólo unos cartones para protegerse con el frío que hace? No es humano», insiste. Al comprobar su decisión, los voluntarios de la Cruz Roja que atienden el albergue la entregaron un gorro, una bufanda y unos guantes para resguardarse del frío.

Las bajas temperaturas que se están registrando en las últimas semanas no se lo están poniendo fácil. La vida de Pamela se torció cuando su madre falleció «en sus brazos». Estuvo un tiempo viviendo en Santander, pero tras una «agresión» decidió venirse a Bizkaia. Es consciente de que «esto no es vida». «He tocado fondo. Quiero salir del hoyo, pero no lo consigo. No me ayuda nadie, las lágrimas se me han secado, un día aparezco muerta y da igual, me levanto y pienso estoy viva, otro día que pasa», confiesa.

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Limosna en Bilbao

Toda su vida ha trabajado como «camarera», ahora recibe una pensión mínima. «Yo lo que querría es poder alquilar una habitación y vivir con Tula, como antes», asegura. Su idea es mantenerse «estable» en Basauri, iniciar una nueva vida y encontrar un empleo. En su equipaje únicamente cuenta con un pantalón y una camisa de recambio. Todos los días recoge sus pertenencias, deja los soportales ordenados y recorre el municipio para pedir limosna. A veces se desplaza a Bilbao.

En 2018 otro indigente, 'Manu', de 58 años, un bilbaíno que llevaba dos años en Basauri, falleció «por causas naturales» en el exterior de la céntrica parroquia. El suceso conmocionó al municipio. Un año después, en 2019, el Ayuntamiento creó el centro de acogida nocturno, que únicamente abre sus puertas cuando hay una ola de frío. Elkarrekin Podemos y colectivos sociales llevan tiempo reclamando al Consistorio que lidere la creación de un albergue comarcal, pero el Gobierno local cree que el esfuerzo debe de ser «compartido» por el resto de municipios. El Ayuntamiento de Basauri no quiso dar su versión sobre lo sucedido.

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