«Nos llegan adolescentes con depresión, trastornos, uso de tóxicos, bulimia y anorexia»
Leire Erkoreka, Jefa en funciones del servicio de Psiquiatría del Hospital de Galdakao ·
El centro sanitario ha abierto una unidad de día para atender a menores con problemas de salud mentalMarina León
Jueves, 2 de diciembre 2021
La salud mental ha salido de las consultas y se ha hecho un hueco en las conversaciones cotidianas, «pero aún no es suficiente». A la pelea de los profesionales por romper el estigma que existe a la hora de charlar sobre ansiedad, depresión y otros trastornos, se une el impacto que ha tenido la pandemia en el incremento de personas que han requerido de asistencia en salud mental, «especialmente los adolescentes». Así lo explica Leire Erkoreka, jefa en funciones del servicio de Psiquiatría del Hospital de Galdakao. A lo largo del año pasado el servicio de urgencias de este centro dio de alta a 90 menores y para julio «ya habían pasado por aquí 120 pacientes». Una cifra que hizo saltar las alarmas y plantear alternativas. La semana pasada Osakidetza puso en marcha dos nuevos centros para atender a los adolescentes de Bizkaia. Se trata de hospitales de día ubicados en Bilbao, con 30 plazas, y en el centro sanitario galdakaotarra con 16.
– ¿Cuál es el objetivo que se persigue con este nuevo servicio?
– Por un lado, disminuir las necesidades urgentes de los pacientes y evitar las hospitalizaciones y, por otro, ofrecer una atención intensiva recortada en el tiempo, en un momento de necesidades concretas y con una lista de espera más corta, pero no sustituye a otro tipo de atenciones más a largo plazo, son cosas compatibles. Ahora hemos definido unos indicadores y dentro de unos meses haremos una valoración, a ver si hemos logrado aplanar este ascenso en las atenciones en el servicio de urgencia y los ingresos. Pero por el momento lo que nos interesa, a nosotros y a los familiares, es que el paciente esté mejor.
– ¿Con qué diagnósticos llegan?
– Con problemas subyacentes como una depresión, un trastorno de personalidad y un uso inadecuado de tóxicos, además de anorexias y bulimias.
– ¿Qué ventajas ofrece el nuevo servicio?
– La principal es que no se produce un desarraigo. Vienen a diario, dependiendo de lo que necesiten, pero duermen en sus casas, están con sus cuadrillas y pueden continuar con los estudios. Aun así, desde Educación nos han puesto un orientador para hacer de puente con el centro educativo, porque van a faltar a cierto número de clases.
– ¿La pandemia ha pasado factura a la salud mental de los adolescentes?
– Parece que sí. Lo que vemos es que acuden a nosotros con más frecuencia. No se puede generalizar porque es cierto que hay patologías en las que la necesidad es más acuciante, como los trastornos de conducta alimentaria y las autolesiones. Es cierto que el Covid ha provocado un distanciamiento del entorno social más importante para el adolescente, que son los amigos, y los familiares no son suficiente, por lo que precisan de atención especializada con más frecuencia.
– ¿Y qué hay de los suicidios?
– Lo que dicen los datos es que el suicidio se sitúa como la principal causa de muerte entre los más jóvenes. El año pasado hubo 300 fallecimientos por suicidio en España. Es algo que vemos también en el incremento de las urgencias que tenemos, la mayor parte son por gestos autolesivos y, aunque sabemos que no todos estos comportamientos tienen como resultado la muerte, son indicadores importantes.
«Buscar un equilibrio»
– ¿Qué pueden hacer los progenitores que detecten este sufrimiento emocional en sus hijos?
– Lo primero es contactar con atención primaria, acudir a su médico, que además es con quien tendrán mayor confianza y, si lo consideran procedente hay una primera derivación al centro de salud mental de niños y adolescentes. La derivación a nuestro dispositivo se realiza sobre todo cuando el profesional considera que es insuficiente la atención que se le está dando y se les puede incorporar al programa.
– ¿Es positivo que se hable cada vez más de salud mental?
– Tiene sus partes buenas. Creo que ayuda a la desestigmatización de un área de la medicina más desconocida y sobre la que sigue dando apuro hablar. Por otro lado, se corre el riesgo de lo que llamamos la psiquiatrización: pensar que los problemas de la vida deben solucionarse en una consulta psicológica. Hay que buscar un equilibrio entre patologizar y afrontar o poner sobre la mesa que los problemas de salud mental existen.
– ¿Qué pasos se están dando?
– Tenemos a un año vista la especialidad de Psiquiatría Infantil, que se ha aprobado ya, y en España no existía. Antes, cualquier persona que terminaba el MIR de Psiquiatría podía ejercer en adultos y niños y ahora se va a separar. Por otro lado, se está ultimando una estrategia de salud mental nacional. Es verdad que habrá que ir viendo qué reflejo tiene todo esto en la atención a la población.
– ¿Qué futuro le gustaría?
– Creo que lo más importante es que podamos decir, estoy deprimido o he tenido un brote psicótico, con la misma facilidad que decimos, me he roto una pierna o tengo hipertiroidismo. También creo que debe haber un cambio de paradigma y, quizá estamos haciendo las cosas mal como sociedad a la hora de dotar a las personas de estrategias psicológicas propias para afrontar vicisitudes de la vida.