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La vecina ha talado los ejemplares, de los que ya solo queda el tronco desnudo . LEIRE GONZÁLEZ

Un juzgado obliga a una vecina de Artea a talar 100 cipreses de su jardín

El Ayuntamiento afirma que el cerramiento vegetal no puede superar los 1,5 metros de altura, un requisito incumplían estos árboles

CRISTINA RAPOSO

ARTEA.

Jueves, 7 de noviembre 2019

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Inmerso en el bello paisaje que forman las montañas que rodean el valle de Arratia se encuentra el municipio de Artea. Un lugar tranquilo y hermoso en el que un día una familia decidió asentarse junto a sus dos hijos. Ellos eran los padres de Leire González, vecina de la localidad. Apasionados del mundo rural y la naturaleza, decidieron «aportar más vida» a su jardín plantando más de trescientos cipreses. Ahora, un cuarto de siglo después, la propietaria de la casa se ha visto obligada a talar un centenar de ellos debido a una denuncia que interpusieron vecinos de su alrededor. Según la normativa del 8 de febrero de 2005, los cierres vivos vegetales de una parcela no urbanizable no podrán superar el metro y medio de altura. Un requisito que estaban lejos de cumplir sus majestuosos cipreses de más de doce metros de altura.

«Conseguimos demorar la tala a través de nuestros abogados, pero muy a nuestro pesar, la justicia nos ha dado la espalda. No nos ha quedado otro remedio que ejecutar la sentencia y en consecuencia sacrificar más de 100 árboles. Los hemos condenado a una muerte segura como nos han corroborado diferentes peritos agrónomos que nos han realizado estudios», lamenta González.

A consecuencia de la «agresiva» poda, otros ejemplares de más de cuatro décadas de historia, como higueras, manzanos y perales, se han visto afectados y dañados. «El Ayuntamiento de Artea, siempre ha estado muy comprometido con la Agenda 21. No hay que olvidar que uno de sus objetivos es trabajar conjuntamente contra la deforestación y la protección de la atmósfera. No tiene sentido. Sólo pido que cambien la normativa y que otros vecinos no tengan que verse en mi situación», clama.

Desde el Ejecutivo local mantienen que «todos los residentes han de respetar la altura del cerramiento vegetal» que recoge el reglamento del Boletín Oficial de Bizkaia. «Estamos en el proceso de elaboración de las nuevas normas del Plan General de 2021 como dicta la ley. Todavía es pronto para hablar de cambios, pero igualmente estudiaremos su caso», prometen.

Continúa con el legado

Pese a la experiencia vivida, Leire González tiene claro que no dejará de luchar por el legado que le dejó su padre. «Seguiré plantando árboles y arbustos dentro de mi cerrado en compañía de mis dos hijos para inculcarles el respeto y el amor hacia la naturaleza y al ser vivo. Si las normas no cambian, dentro de 10 años volveremos a sufrir el mismo acoso que hemos estado sufriendo los últimos 25 años. Cuando mis hijos me pregunten por qué hay que cortar los árboles que plantamos en familia, me gustaría que la Administración respondiera», denuncia. Hasta entonces, González y su familia deberán esperar a que el Consistorio adopte una postura definitiva.

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