Basauri entra en alerta roja y se queda sin bares y deporte escolar

A pie de calle, la mayoría de los basauritarras eran conscientes de que se estaba a punto de atravaser la línea roja, aunque la mala noticia ha llegado relativamente pronto. Fue el único municipio vizcaíno que ayer cruzó la delgada hilera, aunque seis pueblos más están a punto de seguir los mismos pasos.

Además del cierre de los establecimientos hosteleros, los niños y adolescentes se vuelven a quedar sin deporte escolar. Se suspenden los entrenos, como ya ocurre desde ayer en Galdakao y Arrigorriaga.

El alcalde, Asier Iragorri, reconoce que «todo esto nos está pesando demasiado. Todos estamos cada vez con menos fuerzas, pero tenemos que hacer un esfuerzo colectivo e individual para salir cuanto antes de esta situación». Iragorri tuvo palabras para la hostelería, obligada de nuevo a cerrar, «por eso seguiremos respaldándoles en esta difícil situación, al igual que a otros sectores afectados por la pandemia». El regidor insta a «reducir el contacto social al mínimo» y evitar «conductas de riesgo» porque recordó «el impacto negativo en la salud de quienes contraen el virus, pero también por los efectos perjudiciales en quienes se ven afectados a nivel económico, laboral e incluso emocional».

La plataforma Ostalaritza Erresistentzia Basauri que engloba a un centenar de establecimientos hosteleros, no contenta con la gestión de la pandemia, saldrá el próximo lunes a la calle en una manifestación que arrancará a las 18.30 horas del colegio Etxegarai. Quieren sumar a otros colectivos porque insisten en que «nos afecta a todos, también al pequeño comercio y al deporte escolar».

Para algunos locales como el bar Irati «seguramente» será su último cierre. El próximo será definitivo.«Abriré para terminar el género, no puedo estar así. Llevo año y medio y no tengo para vivir» lamentó su propietaria Ainize. Está haciendo turnos de «once horas para sacar 60 euros al día». «No tengo ni para invertir en una tarima de una terraza», advirtió mientras critica que «siempre pagamos los mismos».

Desde la asociación de comerciantes, su presidente, José Feijoó, mostraba su preocupación por una «incertidumbre que desgasta». «Lo peor es entrar y salir de la alerta roja», comentó. Para los minoristas la hostelería es prácticamente su pareja de baile. «Somos complementarios y necesarios. El comercio vende mucho por el tránsito en la calle, por ir a tomar algo y parar en un escaparate. Cuando falta, nos afecta a todos», lamentó.