La asombrosa peripecia de un escalador vizcaíno de 16 años
Asier Zaita, un joven de Usansolo, completó este verano su mayor desafío al coronar los picos andinos Vallunaraju y El Pisco, ambos en Perú y de más de 5.000 metros
Uno queda asombrado cuando oye la enumeración de los montes ascendidos por Asier Zaita a sus 16 años, pero esa sensación de sorpresa disminuye a ... medida que la conversación avanza y le escuchas hablar sobre la montaña y las aventuras vividas en ella, con una madurez y unas reflexiones impropias de su edad. Este joven de Usansolo ha mamado el alpinismo desde su más tierna infancia, y ha ido quemando etapas a una velocidad vertiginosa hasta que este verano afrontó el mayor reto de su vida hasta la fecha: coronar dos cumbres de los Andes peruanos: el Vallunaraju (5.686 m.) y el Pisco (5.750).
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La pasión por la montaña le viene por su padre, Xabier, que desde muy pequeño trató de introducir a su hijo en este mundo. «Luego puede no gustarles, pero creo que es importante empujar un poco a los chavales hacia estas cosas», explica. Las primeras veces siempre debía haber una recompensa en la cima que impulsase las pequeñas piernas de Asier, ya fuera una cueva que explorar o la presencia de algún ser mitológico. Estas invenciones dejaron pronto de hacer falta, sustituidas por un amor incondicional por los montes y sus paisajes, por los retos y el orgullo que produce superarlos.
Haciendo gala de su buena memoria, Asier Zaita recuerda la edad que tenía y los metros de casi todas las montañas en las que ha estado. A los seis años subió el Taillón, de más de 3.000, al que siguieron el Panticosa con 7 y la Mesa de los Tres Reyes con 8, todos ellos en Pirineos. Con la misma edad ascendio el Tubqal en Marruecos. «Recuerdo que la gente se extrañaba al ver a un chico tan pequeño en aquellos sitios», relata Xabier.
«Siempre hemos sido prudentes»
Fue también a esa edad cuando Asier se introdujo en el mundo de la escalada, una disciplina que, admite, es su favorita. «Diría que es por la adrenalina que produce, la sensación de peligro». Al comienzo se limitó a practicar en rocódromos, pero pronto lo hizo en montañas reales. La Cresta de los Argaos, situada en Picos de Europa, es uno de los lugares que han quedado en su recuerdo. «Era un sitio que daba un poco de miedo», reconoce con una sonrisa. A pesar del peligro de algunos de estos montes, su padre destaca que «siempre hemos sido prudentes, yendo poco a poco».
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A la hora de elegir su monte preferido se queda con el Midi d'Ossau. «Recuerdo que cuando llegamos al refugio estaba todo nublado. Hicimos noche y al amanecer se había despejado y se veía la cumbre, fue como una aparición», relata. Uno de los motivos por los que disfrutó tanto del Midi es por que obliga al montañero a poner en práctica muchas modalidades. «Tuvimos que hacer escalada y rappel», explica.
La aventura de este verano en Perú ha sido el mayor reto al que padre e hijo se han enfrentado hasta ahora. «Primero tuvimos que hacer varios días de trekking para ir aclimatándonos a la altura», explica Asier. Una vez sus pulmones estuvieron listos, afrontaron la ascensión al Vallunaraju. El siguiente objetivo era el Nevado Ishinca (5.530 m.), cuyo nombre ya da pistas sobre las condiciones habituales de la montaña. Cuando ya habían completado una buena parte del recorrido se dieron cuenta de que no podían seguir, porque la meteorología hacía peligroso el ascenso. A pesar de la decepción pudieron resarcirse subiendo a El Pisco (5.750) y cerrar así con un buen sabor de boca su aventura andina.
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Por supuesto, no todo son cumbres de ese calado. También han realizado un sinfín de rutas por montes vascos, de condiciones más amables. Unos momentos en familia en los que también los acompaña su madre, Lucía Elorriaga, y su hermano pequeño Iker.
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