650 años de la villa de Miraballes
La localidad vizcaína conmemorará el próximo 4 de marzo la efeméride, cuando el señor de Bizkaia firmó la carta puebla que dio origen al municipio
Ugao-Miraballes se sitúa en un pequeño valle formado por los meandros que el Nervión comienza a describir en esa zona de su bajo curso, pero su historia comienza a muchos kilómetros de distancia, concretamente en el castillo de Almazán, en la provincia de Soria. Allí se encontraba Juan I de Castilla, entonces infante y señor de Bizkaia, librando una guerra, cuando el 4 de marzo de 1375 firmó la carta puebla que dio estatus oficial a lo que se bautizó como Villanueva de Miraballes.
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En el punto donde se decidió ubicar la villa se levantaba entonces una casa torre llamada Ugao. El catedrático de euskera Juan Manuel Etxeberria afirma que Ugao es una contracción entre las palabras ur y aho, es decir 'boca de agua'. Si fue la zona quien dio nombre a la torre o si fue al contrario es un misterio. Lo que sí sabemos es que el nombre de Ugao quedó sepultado por el nuevo durante más de 600 años. «Miraballes se trata de una palabra de recurso, una de las más importantes de la historia junto a 'buenos aires'» explica Iñaki García Uribe, miembro del departamento de etnografía de Aranzadi. Una palabra de recurso se utiliza para aquellos lugares que han perdido o todavía no tienen nombre, como sucede en Macondo al comienzo de' Cien años de soledad'. Al estar ubicada en un valle del Nervión, la solución para el nombre de la villa quedó expedita. No fue hasta 1986, cuando adoptó su actual denominación de Ugao-Miraballes.
El estatus de villa otorgaba a la localidad una serie de prebendas legales superiores a las de las anteiglesias. «Fue el 'Conçejo de los Homes Buenos de Çeveriano', representantes de los hidalgos y labradores de la comarca de Zeberio, quienes presionaron al señor de Vizcaya para que fundase la localidad en ese punto del Nervión, que prometía convertirse en un enclave de comunicación muy relevante en el comercio entre Castilla y los puertos vizcaínos» cuenta Iñaki. La presión de los jauntxos bilbaínos que controlaban el puerto de Atxuri, temerosos de que los impuestos de la futura villa situada a tan solo catorce kilómetros mermaran sus ganancias, retrasó la decisión de Juan I durante casi dos años.
El camino real que conectaba Bilbao con Castilla hacía su primera parada en Miraballes. La fuente de los Tres Caños, que aún se conserva, servía para llenar los aljibes de agua y dar de beber a los animales. «Los comerciantes llevaban entre otras cosas altares, retablos e imágenes de la Virgen traídos desde Flandes y volvían con lana de las ovejas de Castilla, en aquel entonces un producto deseado por toda la nobleza europea» relata Iñaki.
Dando un salto de más de cinco siglos llegamos al año 1900. En ese momento Miraballes contaba con un censo de 450 personas, una cifra que triplicó en los siguientes treinta años con la llegada de la industrialización. «Aquí llegaron en mayor medida gallegos, y andaluces, más concretamente malacitanos» cuenta Iñaki. Muchos de ellos encontraron trabajo en Talleres de Miraballes o en Pradera e hijos S.A. dos inmensas empresas siderúrgicas de la villa que proveían de componentes imprescindibles a los Altos Hornos de Vizcaya, y que llegaron a contar con miles de empleados cada una.
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Para celebrar su aniversario, el Ayuntamiento ha organizado una serie de eventos la primera semana de marzo. El día 4 a las 12.00 horas habrá un acto en el que se repasará la historia de la villa y por la tarde se ofrecerá a los vecinos una chocolatada. El sábado 8 tendrá lugar el ya tradicional concurso de alubias, seguido por la comida popular y por un espectáculo para los más pequeños. A lo largo de la jornadas el grupo Tetraka animará con su música las calles del municipio en esta fecha tan especial.
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