Participantes en la comida, poco antes del inicio.

Una comida popular cierra los actos del 50 aniversario de las procesiones de Arkotxa

Los actos de celebración continuarán y antes de fin de año, el obispo oficiará una misa y se presentará un libro sobre la historia de la que es una de las tres representaciones vivientes más importantes de Bizkaia

leire pérez

Domingo, 12 de abril 2015, 00:09

Las celebraciones siempre salen mejor si se acompañan de una comida regada con buen vino. De esta opinión son los miembros de la asociación cultural Gaztek- Abi, que cada año organiza la Pasión Viviente de Arkotxa y que despidieron ayer los actos del 50 aniversario con una comida popular en el frontón del barrio de Zaratamo. Más adelante, antes de fin de año, el obispo oficiará una misa y se presentará un libro sobre la historia de la que es una de las tres representaciones vivientes más importantes de Bizkaia, junto a las de Balmaseda y Durango.

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Las mesas, que se desplegaron a lo largo y ancho de la instalación deportiva, acogieron ayer a casi un centenar de vecinos, entre ellos una decena de intérpretes de Cristo. «Están representados al menos un Jesús de cada década», afirmó Alfredo Oliva, uno de los integrantes de la comisión creada específicamente para los actos de este medio siglo. Francisco Valle y Aitor Sainz fueron dos de ellos. Concretamente, el primero y el último. «Cuando me tocó fue muy emotivo, aunque lo pasé muy mal. Lo recuerdo con mucho dolor. Tuve que pasar un mes curándome las lesiones de los pies por el grijo del suelo. Eran otros tiempos. ¡Hasta la mandíbula se me desencajó de los tirones que me pegaba el sayón!», recordó Valle.

Ha pasado casi medio siglo desde que la Pasión Viviente sirviera como vínculo de unión e integración entre los vecinos de un barrio forjado sobre la industria, pero aun así los recuerdos permanecen grabados a fuego en su memoria. «Me acuerdo hasta de una anécdota. Flavio, el párroco, que fue el promotor de la Pasión, le decía al sayón que me escupiese para que tuviera más realismo y yo le tuve que decir que no se pasara, que cuando acabase le iba a calentar», rememoró con sorna.

Y es que sentarse en la misma mesa sirvió, además de como colofón a los actos de la Semana Santa, para echar la vista atrás sobre un evento que ha marcado la vida del barrio y de sus vecinos. Fue el caso, por ejemplo, de Mari Luz García, que hizo de Virgen en 1989 y 1999. «Yo fui la primera mujer madura en interpretar este papel. Hasta entonces sólo habían actuado chicas jóvenes», subrayó emocionada. Todos ellos miran ahora a las siguientes generaciones con la ilusión de que mantengan una tradición que consideran «imprescindible».

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