«Necesitaba tener mi propia casa para sentirme integrada del todo»
Mihaela llegó a Bilbao hace tres lustros, pero hasta el año pasado no ha podido cumplir su sueño de comprar una vivienda en Portugalete
j. domínguez
Lunes, 7 de noviembre 2022, 01:33
Desde bien joven Mihaela Jitaru tuvo claro que su futuro se iba a desarrollar fuera de su Rumanía natal. Así que, siguiendo el ejemplo de ... muchos compatriotas, a los 20 años no lo dudó. Tenía una amiga en Santander y se vino a vivir con ella. Hace ya más de tres lustros de aquello, y ha cumplido muchos de sus sueños, «trabajo fijo, pareja, un hijo...». Pero le quedaba la guinda para «sentirme realizada e integrada del todo aquí: tener mi propia casa». El año pasado logró firmar las escrituras de su piso en Portugalete, donde ya se considera «una jarrillera más». Y así se lo hacen sentir los que tratan con ella, tanto en la calle como en su trabajo en la cafetería Jardín.
Ella lo ha conseguido, pero reconoce que «no ha sido fácil para nada». Ha tenido que recorrer un camino similar al de otros tantos extranjeros que vinieron a Euskadi en busca de un trabajo y, en definitiva, de una vida mejor. Empezó compartiendo piso, primero con su amiga y luego con su hermana, «que también se vino cuando nos salió un trabajo en Potes». Con ella se trasladó a Bilbao, donde cuidó a una persona mayor un año, hasta que logró el empleo en el local hostelero donde está ahora fija.
A medida que se estabilizaba laboralmente, también avanzó en su periplo residencial. «Estuve cinco años de renta con mi hermana y otros cinco con mi pareja». Entre medias, en 2015, nació su hijo Mario, un nuevo acicate para tener casa propia.
Pero la tozuda realidad les impedía avanzar. «Necesitábamos reunir 30.000 euros para afrontar el 20% del pago de un piso porque nosotros no tenemos familia aquí que pueda avalarnos, ni mucho menos dejarnos ese dinero», explica.
«Nos parecía un derroche un alquiler con el que pagaríamos la hipoteca de un piso nuestro»
Llegaron a vivir momentos de «mucho agobio» . Incluso de «impotencia», porque tenían que pagar un alquiler, «que nos parecía un derroche cuando, por el mismo dinero, podríamos pagar la hipoteca de un piso nuestro». «Incluso miramos pisos embargados por bancos, donde era más factible lograr un préstamo, pero ni por esas», recuerda.
En 2019, sin embargo, empezaron a ver la luz al final del túnel. En la Inmobiliaria Zubia le propusieron comprar un piso «que llevaba mucho tiempo en venta», pero sin tener que adelantar los 30.000 euros de golpe. «Teníamos algo ahorrado y acordamos pagarle al dueño 800 euros al mes durante dos años». Fue así como el año pasado consiguieron firmar las escrituras. Desde entonces el piso es totalmente suyo «y del banco, claro, al que pagamos religiosamente nuestra hipoteca, como cualquiera».
«A Rumanía, solo de veraneo»
Mihaela insiste en que tener su casa era fundamental en su proceso de arraigo a Portugalete y a Bizkaia. «Para mi hijo Rumanía es el pueblo al que va en verano, como para tantos otros que se van a otros sitios de España o a la costa; él ha nacido aquí, no conoce otra cosa y yo quiero que así siga siendo». Ella no lo hace, pero su hijo ya habla euskera (estudio en modelo D), «y es del Athletic», se enorgullece.
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