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La discriminación suele producirse por más de una causa y en distintos ámbitos. Por ser mujer, homosexual, por pensar diferente, por ser mayor, por ser ... pobre, inmigrante, tener sobrepeso o discapacidad... Y todos los casos son atentados invisibles contra la integridad. Más de la mitad de los vascos está de acuerdo en que ser gitano o de otra nacionalidad acarrea discriminación y que ésta se produce en el acceso a la vivienda y al empleo, especialmente a los puestos de responsabilidad, según el Observatorio Vasco de Inmigración-Ikuspegi, que presentó ayer en Bilbao la encuesta de Percepciones y Actitudes en torno a la Discriminación en Euskadi (EPADE) 2024.
El estudio, basado en una encuesta presencial realizada a 1.200 personas mayores de edad residentes en los tres territorios, y en reportes de otros organismos como el CIS, confirma que el trato desigual se ceba más con las mujeres: el 23,3%de las vascas ha sufrido algún episodio el último año, frente al 9,4% de los hombres, según el informe. En total, el 16,6 % de los vascos sufrió algún episodio discriminatorio el año previo a las entrevistas, que se realizaron en julio de 2024. La razón más citada fue la de ser mujer (40,2 %), joven (9,5%) inmigrante o de origen extranjero (9,5%). La cuarta causa fue la apariencia física (8,5 %) y la quinta, ser mayor (7,5%). El resto alegó haber sufrido un trato injusto por hablar mal el idioma, por su origen étnico o por tener algún tipo de discapacidad. Hay que destacar que hay causas que aparecen con menor intensidad por la composición de la sociedad, ya que hay más mujeres que personas inmigrantes, por ejemplo. La mayoría de las discriminaciones ocurrieron en la calle (36,6%) y en trabajo (21,6%), además de a la hora de buscarlo (8,5%). Aun así, solo el 16% de los afectados presentó una queja, reclamación o denuncia. Un porcentaje del 13% declaró no saber a quién acudir.
Además, el 26,7 % de los vascos presenció situaciones de injusticia o desigualdad en el trato a otras personas por ser de origen extranjero, (38,6%) razones de etnia (27%) o color de piel (24), por su género (20 %) y por su orientación sexual (14,7%). Ikuspegi constata también que persisten reticencias hacia determinados colectivos a la hora de contratarles o alquilarles una vivienda. Así, mientras el 80% de la ciudadanía contrataría a personas con escasos recursos, de orientación no heterosexual, con creencias religiosas diferentes, personas mayores, trans, con alguna discapacidad o de origen extranjero, solo un 62,3 % establecería un vínculo laboral con alguien de etnia gitana. Por otro lado, el 74,6% aceptaría convivir con migrantes en su barrio o vecindario, pero solo el 56,4% lo haría con gitanos. Además, el 72% aceptaría arrendar su casa a extranjeros, pero solo el 51% se la alquilaría a familias de etnia romaní.
Tolerancia
«Existe una discriminación estructural que afecta especialmente a personas gitanas, de origen extranjero, mujeres o personas de bajos recursos. Y el ámbito residencial es uno de los más afectados. En el acceso a la vivienda es donde emergen con más claridad actitudes excluyentes y prejuicios», advirtió ayer Julia Shershneva, directora de Ikuspegi.
Aun así, la tolerancia de los vascos ha crecido algo. El 76,4% de la gente prefiere ahora vivir en una sociedad diversa, frente al 65% de hace cinco años. «Vamos por el buen camino, pero aún hay un claro margen de mejora», señaló Nerea Melgosa, consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, que puso la lupa en que el 40% de las discriminaciones se produzcan «por ser mujer. En el ámbito de la igualdad nunca se puede bajar la guardia», declaró.
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