Los montañeros critican una pista en Arraba que «urbaniza el Gorbea para atraer turistas»
La Diputación justifica la construcción de un sendero para regenerar las campas de acceso a la cima y canalizar el flujo de mendizales
leire pérez
Viernes, 26 de junio 2020, 01:29
«Urbanizar nuestras montañas equivale a destruir todo lo que nos gusta de ellas. ¿Quién necesita una pista nivelada, como si fuera una acera, para subir a la cima del Gorbea». Este es el sentir de los montañeros que cada fin de semana se pierden por los recovecos del parque natural. Los mendizales han mostrado su rechazo al sendero que construye la Diputación de Bizkaia en las campas de Arraba para mitigar el deterioro que, a su juicio, sufre el paraje. La institución foral cuantifica en «230.000» las personas que acceden cada año desde Pagomakurre, un trasiego hacia la centenaria cruz que tiene consecuencias, un «gran impacto ambiental sobre los pastos y una afección grave a la vegetación del lugar», advierte un portavoz foral.
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Sin embargo, la definición de una única senda de acceso a la Cruz del Gorbea, con la colocación de una malla biodegradable de fibra de coco y la señalización del paseo para evitar que se transite campo a través, tiene sus detractores. Para los amantes del monte el hecho de que una «excavadora» haya accedido a la zona ya supone una «intervención que perjudica al medio ambiente. De hacerse algo debe de ser reversible», critican.
Pero detrás de esta postura se esconde el más absoluto rechazo a la idea de convertir el lugar en un destino turístico. «Con esta pista están allanando el camino para que la gente venga y pueda acceder de forma más cómoda. Esto es monte, no es como subir a un barrio en alto como Txurdinaga», critica el etnógrafo e integrante de la asociación cultural Aunia, Félix Mugurutza. «No hay que llevar el monte a las personas, son ellas las que deben ir», defiende.
El colectivo realiza todos los años visitas guiadas dentro de las jornadas de Patrimonio que organiza el ente foral. Su labor, sin embargo, es más ardua e intensa. En las tres últimas décadas han estudiado los tesoros del parque natural, un auténtico museo al aire libre. «El encanto de la zona es que esté así», recuerdan.
«¿Quién necesita una pista nivelada, como si fuera una acera, para subir a la cima?», protesta un montañero
La asociación vive con preocupación los avances que se realizan en la zona en favor del turismo, como la transformación de antiguas cabañas de pastores en hoteles. «Hace años querían construir una carretera hacia el ojo de Atxular, pero la presión vecinal impidió que se llevase a cabo», apuntan. Félix Mugurutza incluso echa la vista atrás a «majaderías como la idea de colocar placas solares para iluminar la cueva de Supelegor, donde descansa parte del año la diosa Mari», según la mitología vasca. «En una provincia tan masificada como la nuestra tenemos pocos enclaves así y hay que cuidarlos», apunta. Una reflexión que comparten otros vecinos de Orozko. «Al que le gusta el monte ya va, no hay que animarle a ir», argumenta un aficionado.
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«Por seguridad»
Para Eider Ajuriaguerra, alcaldesa de Zeanuri, donde actúa la Diputación, el debate está, en todo caso, en el «tamaño del sendero». La regidora es partidaria de establecer un itinerario, porque «llegamos al monte y no sabemos quiénes conviven en él. Es un placer subir los domingos; es una época dura y la gente necesita salir y estar al aire libre. Pero hay que mantenerlo y hace falta mucho trabajo por parte de ayuntamientos, Diputación y ganaderos», afirma. Y defiende que en otros lugares, como en Arimekorta, esta actuación ha funcionado. «También es por seguridad. En Arraba hay una zona rocosa que se ha ido deteriorando y se evitarán caídas», puntualiza.
En la principal puerta de entrada al parque, Orozko, el alcalde, Pedro Mari Intxaurraga, aprecia una progresiva «colonización» desde 1992, cuando se designó parque natural. «La gente de ciudad está teniendo un cierto despertar. Se está dando cuenta de que hay naturaleza», dice. Y no todos sabemos manejarnos en el cuidado del medio ambiente. «Se está dando más importancia a enseñar lo que tenemos que a integrar a los que viven en este entorno», advierte. Por eso pide la inclusión de los consistorios de la zona en la gestión del parque.
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