Portugalete continúa su cruzada contra los okupas de una vivienda en Peñota
La Policía se despliega para impedir que los intrusos regresen a la vivienda después de una masiva concentración anoche de los residentes
Diana Martínez
Portugalete
Martes, 11 de febrero 2025
La movilización de los vecinos de Mariano Ciriquiain, una zona privada de paso público ubicada en el barrio portugalujo de Peñota, empujó este martes a ... varios okupas a abandonar el piso en el que se habían instalado desde el pasado fin de semana. Los intrusos accedieron por la ventana del primer piso –los coches aparcan junto a la fachada y de ahí es fácil saltar al balcón–, que se encuentra deshabitado la mayor parte del año porque sus propietarios viven en Burgos. La vivienda aún no ha regresado a manos de sus propietarios porque los okupas aún mantienen su pertenencias dentro del domicilio. La Policía local custodia, en todo caso, la casa para controlar que si los jóvenes regresan a por sus cosas no aprovechen para instalarse de nuevo.
«La Policía se ha llevado a uno de ellos pero se han dejado sus objetos personales, por lo que no podemos cambiar las cerraduras ni tapiar la puerta y las ventanas. Tendrán que volver para llevarse sus cosas y ellos no tienen llave del portal, así que tendrán que volver a intentar entrar por la ventana», explicaba anoche la portavoz de la familia, Ainhize Setién.
Durante toda la jornada, decenas de personas se concentraron ante la vivienda como un gesto espontáneo de protesta. La movilización alcanzó a su cénit a las 19.00 horas, cuando estaba convocada una manifestación junto al portal. Se juntaron centenares de portugalujos. Quince minutos antes, la Policía convenció al último de los okupas para que abandonara la vivienda.
«La idea es manifestarnos, hacer ruido, que nos escuchen y que se tomen medidas. Seguiremos controlando que no entren», añadió Setién. Entrada la noche los agentes de la Guardia Urbana seguían buscando a dos de los ocupantes para intentar convencerlos de que recojan sus cosas de la casa mientras otra patrulla vigilaba en la zona por si volvían.
Los vecinos se percataron del asalto el pasado sábado, tras detectar ruidos provenientes de un piso que en principio debía estar deshabitado. «Aquí nos conocemos todos y nos llamó la atención encontrarnos de repente a gente desconocida en el portal», relataban. Ayer mismo se reunieron para decidir qué pasos tomar, justo cuando otros dos jóvenes, «de constitución fuerte», accedieron al piso y se originó una reyerta entre cinco de las personas que estaban dentro del domicilio. «Se pelearon, sacaron cuchillos... De hecho, los primeros okupas llamaron a la Policía para que les protegieran», relató una mujer a este periódico.
Tres personas identificadas
Después acabaron huyendo dos de los primeros okupas, quedando dentro del inmueble tres personas. Por la noche, tras la reyerta en la que los agentes «identificaron a los individuos y requisaron armas blancas», otro varón accedió al piso. «Se subió a los coches que estaban aparcados en el lateral del edificio y saltó al balcón», añadió Setién.
Desde el Ayuntamiento informaron ayer que «hasta el momento hay tres personas identificadas». «Sabemos a ciencia cierta que había más personas dentro. La Policía se ha personado en el lugar desde que tuvo noticia de lo ocurrido y actúa hasta donde la ley lo permite», reconocieron. De hecho, las mismas fuentes subrayaron que una patrulla está «permanentemente» en esta calle para seguridad de los vecinos. Además, añadieron que se han puesto en contacto con la familia propietaria y «ya están dando los pasos para interponer la denuncia».
La presencia policial tranquilizó a los residentes. «Nos da algo de seguridad, porque tenemos miedo a bajar al portal. Nos avisamos y subimos o bajamos juntos por si acaso», explicaba Nieves García. Los individuos «se atrevieron a llamar a mi puerta para pedirme copia de la llave del portal», reconocía otro vecino que prefiere mantenerse en el anonimato por miedo a represalias.
Mariano Ciriquiain es una comunidad privada donde convive «gente sencilla y trabajadora que ahora nos sentimos intimidados porque los okupas nos miran de forma desafiante», insistía Setién. Con el miedo en el cuerpo, «los vecinos estamos apoyándonos entre nosotros porque no nos sentimos a salvo».
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