Un siglo de menús entre obreros
El negocio más antiguo del barrio baracaldés de Lutxana, el restaurante Foro, cumple con su tercera generación cien años detrás de la barra
Situado frente antiguos caseríos y viñedos de txakoli, en terrenos que luego fueron ocupados por la fábrica Sefanitro, Basilio Resa y Pilar Gil abrieron el restaurante Foro, en el barrio baracaldés de Lutxana, hace más de un siglo, aunque en su puerta reza la fecha de 1925. «Se puso un poco a boleo en una reforma», cuenta Iñaki Resa, nieto de los fundadores. Un negocio familiar que él lleva junto a su hermano Aitor, una tercera generación que mantiene viva la seña de identidad con la que surgió este acogedor local, que no es otra que el buen trato y la comida casera, sirviendo principalmente a trabajadores, convirtiéndose en el negocio más antiguo de esta zona de Barakaldo.
«Mi abuelo era de aquí, y mi abuela de La Rioja, y en aquella época había pocos recursos. Se empezaron a abrir en algunos puntos bares tipo tascas y ellos decidieron montaron este negocio. Lo típico al principio era dar de comer 'en un perolo' y poner un larga fila de vasos de txikitos», declara Iñaki. Un punto de encuentro que en poco tiempo se hizo muy famoso, parada obligatoria de obreros tanto de Altos Hornos como de La Naval y de las fábricas que había en el entorno. «Antes aquí había mucho sitio para aparcar, y un vial muy grande, que se llenaba de camiones, y no solo venían a comer, sino también a cenar», añade. E incluso a dormir, ya que sus abuelos durante un tiempo regentaron también una especie de hostal, en un piso cercano. Como curiosidad, Iñaki desvela que en esa época era común ofrecer en el menú del día besugo y angulas. «Ahora no puedes poner ni una», bromea. Un desfile de obreros que sin duda se incrementó con la inauguración de la Sefanitro. «Solo se funcionaba con menús, daban una traca de ellos».
Tras Basilio y Pilar tomaron el relevo, aproximadamente en 1950, sus tres hijos, Jesús, padre de Iñaki y de Aitor, Jose Mari y Telesforo, quien le acabó dando el nombre al bar. «Cuando ellos entraron hicieron una reforma, cambiaron la barra de sitio, pero siguieron con la misma línea de trabajo». A estos les cogieron el testigo los actuales dueños, nietos de los fundadores, en 1996. «Siempre hemos estado de pequeños jugando aquí. Salíamos del colegio y era nuestra primera parada. Veníamos a robar donuts, tigretones, bucaneros…», recuerda entre risas.
Arroces y cachopo
Ya con ellos tras la barra y en los fogones, han llegado a dar en un día 160 menús. Por la mañana, sus tortillas vuelan. «Nuestra clientela es de barrio, pero sobre todo a raíz del confinamiento está viniendo mucha gente de otras zonas. Han venido hasta extranjeros», comenta Iñaki todavía sorprendido. Tienen mucho tirón sus menús por encargo, sus alubias en putxera, su cachopo y sus arroces, con bogavante y 'al senyoret'. Por las tardes, para tratar de animar el barrio, preparan distintas elaboraciones, desde hamburguesas a bocata de calamares, a modo de pintxo-pote.
Hace unos días celebraron sus cien años de historia con un concierto de rock y una parrillada. Un negocio que espera no tener relevo en la familia. «A nosotros nos quedarán unos diez o doce años, pero no queremos que nuestros hijos sigan, que haya una cuarta generación, porque la hostelería es muy dura, ya no se saca dinero como antes. Luego ellos dirán, pero preferimos que estudien y se busquen otra cosa».