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Los Reyes Magos surcan la ría y desembarcan en Portugalete
Centenares de niños y familias reciben a sus Majestades en la villa, donde les hicieron entrega de las llaves de las casas de todos los pequeños, para llenarlas de regalos, magia e ilusión
La plaza del Solar y los aledaños al embarcadero del bote se quedaron pequeños esta soleada mañana de enero en Portugalete para recibir a los Reyes Magos. Como ya es tradición, llegaron a la villa por mar, en tres prácticos con los que pasaron bajo el Puente Colgante. «¿Y los camellos?», se preguntaban muchos niños, entre ellos Aitor Sánchez e Iker Blanco, que junto a sus aitas no dudaron en cruzar desde la otra margen, desde Las Arenas, para ver a sus Majestades bien de cerca.
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Melchor se encargó de despejar la duda nada más pisar tierra firme. «Después del largo viaje, hemos dejado pastando y descansando a los camellos porque venían muy cansados desde Oriente», declaraba mientras era aclamado por centenares de pequeños. Muchos niños aprovecharon para entregarle sus cartas con sus deseos y peticiones, tanto a él como a Gaspar y Baltasar, que no dejaban de saludar a todos los presentes.
A las puertas del Ayuntamiento les esperaba el alcalde Mikel Torres, que les hizo entrega en el salón de plenos de las llaves de los hogares de todos los niños, «para que ninguna casa de Portugalete se quede sin regalos». Melchor tomó el micrófono en la balconada del Consistorio afirmando estar «muy contento» de volver de nuevo a la villa como cada año, «para llenarla una vez más de magia e ilusión».
A todos, pero sobre todo a los txikis, les pidió que no dejaran de reír y de sonreír en todo este nuevo año. «La sonrisa es algo muy contagioso y es una medicina que lo cura casi todo», declaró, antes de regalar a todos un abrazo mágico desde la distancia, solicitando que nadie se olvidara de dejarles en sus casas «algún polvorón, galletas o vino, para reponer fuerza», lo que despertó las risas de muchos de los aitas presentes. Con los ojos iluminados de emoción de todos los niños, se despidieron entre una lluvia de confeti, citándose de nuevo por la tarde en las calles de Portugalete, para llenarlas de música y color en la tradicional cabalgata.
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