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Oscar Miravalles observa junto a sus pequeños las esculturas en recuerdo a los monos que había en el parque Doctor Areilza en las décadas de los sesenta y setenta.

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Oscar Miravalles observa junto a sus pequeños las esculturas en recuerdo a los monos que había en el parque Doctor Areilza en las décadas de los sesenta y setenta. D. M.

Cuando los monos, jabalíes y aves exóticas eran el principal reclamo de Portugalete

La historia cobra vida para medio centenar de personas que se han sumado a la ruta guiada de la asociación Portubizi en Doctor Areilza, el primer parque de la villa inaugurado en 1917 sobre un antiguo arenal

Diana Martínez

Portugalete

Sábado, 18 de enero 2025, 16:53

La historia cobra vida en Portugalete. Medio centenar de vecinos han viajado al pasado este sábado gracias a la ruta guiada organizada por la asociación Portubizi que, bajo la batuta de Joseba Martínez, ha permitido redescubrir el pasado de uno de los principales reclamos de la localidad jarrillera, el parque Doctor Areilza. Y es que este enclave natural, ubicado junto a las piscinas municipales y al muelle de Churruca, ha sufrido una gran transformación con el paso de los siglos. Lo que primero fue un arenal, después se convirtió en el primer parque de la villa que llegó a albergar un pequeño zoológico; hoy en día, es una zona de esparcimiento con arbolado y esculturas de esos animales en recuerdo de una época pasada que causó sensación entre los jarrilleros y vecinos de los municipios cercanos.

Detrás del muro donde reposan las esculturas de ambos macacos se encontraba, en las décadas de los sesenta y setenta, una cueva con barrotes donde vivían 'Juanito' y su compañero de aventuras –uno de ellos murió y al otro se lo llevaron poco después, en 1979, tras morder en la mano a una niña–. Aitor Izquierdo tenía diez años cuando sus padres le llevaban a verlos. «Estaban en una situación penosa, pero de niño no tenías esa conciencia, te llamaba la atención el solo hecho de verlos porque no había nada parecido por aquí», señala. También había «una jaula enorme con un montón de pájaros, aves de cetrería y búhos. Incluso jabalíes enjaulados. Solo estaban libres dos pavos reales y los patos y un cisne de un estanque», recuerda Begoña Fernández.

Durante una reforma integral del parque en 2009 instalaron siete esculturas para recordar aquella época en que ir a ver a los animales y darles de comer se convertía en toda una atracción para los más pequeños. En concreto, pusieron dos monos, cuatro patos y un búho, aunque en octubre de 2020, en plena pandemia, robaron todos menos este último. Dos años más tarde se repusieron dos piezas en bronce de estos macacos que, a pesar de no tener vida, siguen llamando la atención de los 'txikis'. Oscar Miravalles, que ha participado en la «interesante» ruta guiada de Portubizi, se ha acercado con sus hijos a admirar estas esculturas. Un resquicio de aquellos pavos reales se puede ver en los laterales del baño público.

El propio Joseba Martínez, que ha impartido la charla, recuerda haber visitado el parque Doctor Areilza en su adolescencia para ver a los animales exóticos, aunque a día de hoy sería «algo impensable», remarca. «Había quienes les hacían la vida imposible a los monos. Como no se podían mover de la cueva, les hacían rabiar, se arrimaban demasiado y les cogían de la cabeza o les tiraban del pelo...», relata. «No teníamos conciencia de que estaban enjaulados. Los animales estaban castigados, maltratados, castigados. Venías con la ilusión de verlos y les atiborrábamos de comida, pero de adulto eres consciente de las condiciones en las que estaban», añade Amale Velasco, quien ha podido ver en su mente la historia de este parque, donde debajo del cemento se encuentra la arena de la antigua playa urbana. «La historia cobra vida, visualizas los acantilados».

«Buena villa veraniega»

Haciendo referencia a Ismael Serrano en su canción 'Papá cuéntame otra vez', en la que se cita 'Y bajo los adoquines no había arena de playa', «aquí esto sí es una realidad, bajo estos adoquines está la arena de la antigua playa del Salto, llamada así porque, según cuentan, en su cima había un arroyo por donde los bañistas saltaban», explica el portavoz de Portubizi. El lugar tenía balnearios, acantilados... «En aquellos tiempos gozábamos de una buena villa veraniega», añade, «pero con el nuevo siglo todo empezó a cambiar». El proyecto de ensanche reducía la playa para construir bloques de viviendas y, tras una modificación, se optó por crear también un parque, el primero de Portugalete. Diseñado por Emiliano Pagazaurtundua e inaugurado en 1917, debe el nombre a Enrique Areilza Arregui, más conocido como Doctor Areilza. Una «figura muy relevante» que, entre otras labores, fue el primer médico que ayudó a los mineros de los montes de Triano.

Salbi Valtierra ha salido satisfecha de la ruta guiada. «He aprendido la historia de Doctor Areilza, que aunque nació en Bilbao vivió en Portugalete», cuenta. Lo mismo opina Inma Martínez, a quien le ha impactado más la información sobre el arenal. «Me ha sorprendido la parte que ha contado sobre la playa, me la imaginaba más alejada». El medio centenar de participantes ha agradecido a Joseba su labor socioeducativa tras repasar los beneficios que aportan las zonas verdes y estudiar algunos árboles como la magnolia, el guayabo o el tejo, uno de los «más longevos del mundo». Cabe destacar que la expresión 'tirar los tejos' viene de este espécimen, porque «se lanzaban semillas de tejos para ligar con alguien», explica el portavoz de Portubizi. También ha puesto en valor elementos del parque como las escaleras que comunicaban las antiguas fincas con la playa urbana o la fuente, que data del siglo XVI.

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