«No me gusta plegar velas»

Ada García, con 21 años y de Pamplona, echó la matrícula tras leer los cómics de Corto Maltés, un aventurero marinero. Ya ha acabado la carrera. «El mar te da mucha libertad y me gusta mucho viajar». Lo más llamativo de los últimos cuatro años para esta joven ha sido, sin duda, las horas de prácticas en 'El Saltillo', el único buque-escuela civil de la península que está homologado. Ahora Ada lo tiene claro: «Mi idea es ser capitán».

En Portugalete se estudian dos profesiones, capitán de la marina mercante y jefe de máquinas. «Son los máximos responsables a bordo del navío», explica José Ignacio Uriarte, subdirector de Enseñanzas náuticas de la Escuela de Ingeniería. Cada vez que salen a navegar, los estudiantes reciben un papel de las tareas a realizar en el barco. Van turnando los puestos y aprendiendo unos de otros. «Plegar la vela es lo que menos me gusta», dice el donostiarra Markel Coretti, de 18 años. Trabajar en la mar siempre le hizo ilusión. «Es mejor de lo que pensaba», asegura el muchacho.

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La pasión por el mar es fundamental para dedicarse a esta profesión. «Estás cuatro meses en el mar y otros cuatro en casa. Pierdes muchas cosas que sin vocación no se aguantaría», afirma Markel Maguregui, exalumno de 24 años, de Arcentales, quien en apenas un mes hará su primer embarque como capitán. Una experiencia muy motivadora que a la vez exige respeto. Markel va con «muchos nervios, ya que capitanear un barco es mucha responsabilidad, pero con ganas», señala. «Confío en el buen equipo del barco».

Se trata de una profesión con muchas salidas. El 90% del transporte mundial se realiza por vía marítima, por lo que el mercado laboral es amplio. «Es una carrera con mucho potencial», apunta el capitán de 'El Saltillo', Mikel Lejarza. Actualmente, 200 estudiantes se forman en Portugalete, un «número suficiente como para que el mercado les absorba según terminan de estudiar».