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La promoción de COU de 1984, a la izquierda, se reunió en 2004, a la derecha, para grabar un documental sobre qué había sido de sus vidas. Ignacio Pérez
«Derriban un cachito de nuestra alma»

«Derriban un cachito de nuestra alma»

Despedida del Instituto Trueba ·

Exalumnos del Instituto Trueba recuerdan con nostalgia los años pasados entre sus paredes

S. Llamas | A. GARCÍA | D. MARTÍNEZ

Sábado, 8 de diciembre 2018, 00:48

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Han pasado 53 años. Más de media vida. De los primeros años del 'baby boom' a las chupas con tachuelas de Las Vulpes para terminar con la obsesión por subir fotos a Instagram y la música reguetón. Las modas y las costumbres cambian, vaya si cambian... Testigo de todo ello ha sido el Instituto Trueba de Barakaldo, que tiene los días contados. Si sus paredes hablaran, lo harían de los miles y miles de alumnos que han cursado sus estudios en este emblemático centro desde su apertura, un 11 de octubre de 1965.

«Fue el primer instituto mixto de la zona, y en aquellos tiempos era una novedad», rememora Javier Clemente. El 'rubio' de Barakaldo fue uno de los primeros alumnos en acudir a aquel edificio que se construyó en un solar rodeado de campas y que dio servicio a la abundante población de la comarca. Una generación que si quería estudiar el antiguo PREU -equivalente al COU- se veía obligada a desplazarse a Bilbao o a matricularse en un colegio de pago en el municipio.

En el 'botxo' estudiaba Clemente, al tiempo que se forjaba como futbolista en las categorías inferiores del Athletic. Militaba en el juvenil, pero no dejaba los estudios de lado. «Abrieron el Trueba y me cambiaron». Cursó sexto e hizo la reválida. Algunos compañeros dieron bandazos en su vocación, pero él tenía claro lo que iba a estudiar cuando saliera: aparejador. Pero duró menos de lo previsto. «Empecé con el fútbol ya de manera profesional y lo dejé».

Una época en la que la educación estaba subordinada a los rigores de la época. Corrían los últimos años de la dictadura y seguían vigentes normas como la segregación por sexos. «Estábamos divididos por géneros. En el patio, en las clases de gimnasia... Pero tras la muerte de Franco todo cambió. Empezamos a experimentar cosas nuevas», desliza el actor Kepa Gallego, que entró en 1972 y eligió Hogar como asignatura opcional «para llevar la contraria».

Más tiempo pasó en aquellas aulas el consejero de Turismo, Comercio y Consumo, Alfredo Retortillo. Su estancia en el instituto comenzó en 1979. Hasta el 83. El político socialista no oculta su tristeza por el cierre urgente del centro , que presenta problemas graves de cimentación. Allí, en los primeros años de la 'movida', retumbaban por todos los rincones canciones de Alaska, Los Secretos... Una época que le marcó. «Era un momento en el que uno se va haciendo mayor, o al menos ya se siente así, y empieza a tener sus amigos de verdad», cuenta. Cuatro años que dieron para mucho, repletos de vivencias y recuerdos que le llenan de nostalgia: la bibliotecaria Rosina, aquellas rencillas con los estudiantes de Paúles... «En selectividad tuvimos una nota media más alta y presumíamos de ello», confiesa. O aquel «sufrimiento» en las clases de dibujo técnico.

Una quedada de despedida

En cambio, Kepa Gallego recuerda «con especial cariño» las de Diseño Gráfico. «El profesor nos ensañaba fotografía y una vez convirtió un baño en un estudio. También nos permitió montar un grupo de teatro y ahí es cuando tuve clara mi vocación». Del Trueba han salido promociones de «alumnos extraordinarios. En todos los campos: de ingenieros a profesores, arquitectos, de todo. Y los que no han hecho carrera también eran gente estupenda y educada», relata Begoña Álamo, maestra ya jubilada que dio clase de inglés durante 36 años.

Un exalumno de las generaciones más recientes, el que fue capitán del Barakaldo, Eneko Rubio, de 31 años, recuerda «lo exigentes» que eran los profesores. «Pero valía la pena el esfuerzo de pasar el curso agobiado porque llegábamos muy preparados a selectividad», comenta el futbolista ahora enrolado en las filas del Sestao. De los ratos pasados en el patio, previa peregrinación a la tienda de Maifer para llevarse al buche unas chuches y algún que otro bocata, destaca los torneos de futbito de final de curso. «El nivel era muy alto».

Durante el recreo surgieron amistades que hoy perduran e incluso hubo quienes encontraron a su media naranja. «Algunos se casaron y continúan juntos», cuenta Roberto Menéndez, exalumno que en 2004 dedicó al centro el documental 'Re-Generaciones: 84-04'. Allí reflejó los cambios que habían experimentado sus antiguos compañeros de COU, qué era de sus vidas veinte años después. Mantiene buenas amistades con sus vecinos de pupitre y anuncia que en un grupo de WhatsApp ya están perfilando una quedada para «despedir al edificio y descorchar una botella». «Desaparece el edificio al que unimos gran parte de nuestra juventud. Es como si tirasen un cachito de nuestra alma».

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