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Según reflejan los mapas estratégicos de ruido en Barakaldo, unas 7.162 personas (el 7% del total) están expuestas en la localidad a más de 55 decibelios, el umbral que recomienda la Unión Europea que no se debe de superar durante un tiempo prolongado para evitar sufrir problemas de salud. Estas cifras vienen dadas, en gran medida, por la existencia de viales con un elevado paso de vehículos, como la A-8, la N-634 y el puente de Rontegi.
Pero también hay otros focos generadores de ruido que traen de cabeza a numerosos residentes. Uno de ellos es el pitido constante procedente de la fábrica Oxinorte, que desde hace casi cinco meses atormenta a Lutxana, y a varios puntos de Cruces y Rontegi. A este hecho, que empezó siendo puntual y que se está alargando en el tiempo, causando estrés y ansiedad, se une también el ocio nocturno, que mantiene sin pegar ojo a numerosos residentes durante todos los fines de semana, por la música y las peleas de madrugada. Debido a ello en 2020 se creó una plataforma que ahora se acaba de relanzar, para luchar por la contaminación acústica en todas sus vertientes, con el objetivo de «mejorar la calidad de vida de todos los barrios» de la localidad.
Con un cambio de nombre para abarcar a los afectados de todo el municipio, pasando de 'Barakaldo Centro' a 'Barakaldo sin ruido', los 70 miembros de este colectivo, que ya saben lo que es ir al Ararteko, han decidido ampliar su lucha por toda la localidad, tras iniciarla en la céntrica calle Zaballa. Allí han denunciado infinidad de incidentes en las cercanías de una discoteca, el último una pelea multitudinaria el pasado sábado. «Por todo el pueblo existen numerosos focos de ruido que hay que combatir», ha señalado Oihane Ibáñez, una de sus impulsoras. Ella es dueña de una pensión en Zaballa, en la que recibe constantes críticas de sus clientes por no poder descansar. «Eso me genera mucha ansiedad. Encima en mi casa, junto a la estación de tren, soporto el paso de las mercancías y aunque vivo en un quinto, debajo del todo hay otra discoteca y notamos las vibraciones».
Esta vecina pide «que se cumplan con los horarios marcados por normativa», que se actué «de manera contundente», y duda mucho del Plan de Acción para la Calidad del Ambiente Sonoro que el Ayuntamiento espera poner en marcha hasta 2029, con 38 medidas para atajar ruidos recurrentes. «Tienen que actuar ya, no esperar. Hay focos que ya saben que existen, como las barredoras, y en los que no hacen nada. Es un plan para seguir dando largas», considera, criticando las licencias para abrir locales de ocio nocturno en el centro urbano, «que son incompatibles con el derecho al descanso».
La misma opinión tienen otras dos residentes que sufren los ruidos generados por dos pubs de Juan de Garay. Uno de ellos, salvo los lunes, abre todos los días «al menos hasta las dos de la mañana», cuenta una mujer que vive en el bloque de uno de estos negocios. «Es horrible. Cada poco quitan el limitador y se notan las vibraciones. A mi hijo de año y medio le tengo que dar melatonina para dormir». La otra vecina que ha relatado a EL CORREO su historia, enferma con fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica, necesita dormir y no puede hacerlo por los gritos que escucha de la calle.
Todos aseguran sentirse «abandonados», como Fidel Gómez, quien lleva desde 2022 padeciendo ruido a diario, en la calle El Ahorro, provocado por dos locales que abren hasta la madruga, lo que está pesando en su salud y en la de su anciana madre a la que cuida. El Ayuntamiento remarca que «todas las licencias están en orden», y que se hacen «frecuentes inspecciones». «El problema es que algunos no cierran las puertas y el ruido sale y se mezcla con el bullicio de la gente. La Policía suele recordárselo, pero no pueden estar permanentemente haciéndolo por la falta de agentes».
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