«El Ayuntamiento de Barakaldo nos insiste en reparar el edificio, pero eso nos llevará a la ruina»
Vecinos del bloque con aluminosis en el barrio de Cadagua, cerrado desde 2020, piden de nuevo ayuda para poder tirarlo o rehabilitar
Hace casi cuatros años que ningún vecino puede entrar al bloque residencial conocido como Villa Maitia, en el barrio de Cadagua, en Barakaldo. Justo es el tiempo que ha pasado desde que de madrugada, en plena pandemia, el suelo de dos de las habitaciones de la planta baja de ese edificio se desplomara, cayendo a la lonja y provocando tres heridos y el desalojo inmediato de doce personas.
Un examen posterior de seguridad, solicitado por el Ayuntamiento, reveló que varias de las viguetas de este bloque, de cuatro alturas y cuatro viviendas, y construido en 1959 en el monte, visible desde las curvas de Zorroza, sufrían aluminosis. Ahí empezó más si cabe el calvario de los vecinos, que hasta el momento no han logrado encontrar ninguna solución.
Un informe elaborado por arquitectos determinaba dos actuaciones posibles. Una era declararlo en ruina técnico y demolerlo, aunque un análisis urbanístico-técnico del Consistorio apuntó que en principio «ni se ha justificado que se cumplan las condiciones ni la amenaza del cemento aluminoso afecta al total de la estructura». También se puso sobre la mesa la posibilidad de realizar una rehabilitación total. Dos obras de gran envergadura que los propietarios no tienen dinero para afrontar.
Pese a ello, y a solicitar ayuda al Ayuntamiento, éste les ha insistido recientemente en la necesidad de acometer acciones en el edificio. En concreto, llevar a cabo su reconstrucción, remarcando, como ya hicieron el pasado año, que es «obligación legal de los propietarios» su realización. Esto ha pillado de sorpresa a los vecinos ya que confiaban en que el Consistorio fabril, al que habían pedido que les echara una mano por la falta de fondos de la comunidad, les planteara otra solución. «Estamos en el mismo punto, y con un vecino que ya ha dicho que tiene pensado dejar la herencia al estado», cuenta Mari Sol Castro, propietaria de una de las viviendas, junto a su hermana Mari Mar, tras el fallecimiento de su padre. «Después de tanto tiempo no vemos solución ninguna. El Ayuntamiento nos insiste en reparar y eso nos va a llevar a la ruina. No podemos hacer nada y tememos encima que nos termine cayendo una multa».
Falta de accesibilidad
Ellas dos son partidarias de la expropiación y el derribo, pero hay otros vecinos como Alfonso Contreras, realojado junto a su mujer y sus hijos en Trapagaran, y que llegó a presentar un recurso al Ayuntamiento, que prefiere arreglar y volver a su hogar. «No tenemos otra cosa, pero es que nos han llegado a pedir unos 18.000 euros solo por apuntalar y por desescombrar, y no podemos correr con esos gastos», explica. Tanto unos como otros en lo que sí coinciden es en señalar el estado de «abandonado» en el que se encuentra este barrio, «degradado» y con una falta total de accesibilidad. Este bloque en concreto está encajado sobre la ladera, sin acceso directo a la carretera. «No nos merece la pena invertir en una zona como esta. El Ayuntamiento nos dice que no pueden actuar porque les agotamos sus recursos. ¿Y los nuestros? Nos han dejado con el muerto encima», relata indignada Mari Sol.
