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Una RetroClásica dedicada al Renault 5: «Íbamos a Laredo siete metidos dentro»
El salón de vehículos clásicos, de época y colección, que permanecerá abierto hasta las 20.00 horas de este domingo, atrae a miles de personas al BEC
Que algo fuera de lo común pasaba en el BEC este sábado se notaba nada más salir del metro en Ansio, a media mañana. Uno se encontraba con una larguísima cola de coches esperando para entrar a aparcar al centro. Y al fijarse, descubría que estaba formada por automóviles como R12, Dos Caballos de Citroën, algún Opel Manta, Ford Fiesta de toda la vida, un Dodge de Barreiros... Se trataba de visitantes del salón de automóviles RetroClásica, que aguardaban para estacionar sus vehículos en el parking adicional dispuesto para coches de entre 25 y 30 años. Esta cola, toda una visión a través del tiempo del parque automovilístico español de hace unas décadas, era un anticipo de lo que se podía ver en el interior, sobre todo en el pabellón 5, hacia el que se acercaba a pie un público muy nutrido y muy familiar.
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El primer vistazo al acceder al pabellón 5 era un resumen ideal de lo que esperaba abajo: en el centro, los imponentes modelos de Rolls Royce de la colección de Torre Loizaga. Al lado, una bonita muestra de R5 de Renault, modelo que cumple 50 años y al que está dedicada esta edición del Salón, que cuenta con 150 expositores, simuladores de conducción, un Motorshow y concluye este domingo a las 20.00 horas. Por una parte, los coches con los que se sueña y en los que raramente se monta alguna vez en la vida, por otro, los coches en los que han viajado generaciones enteras.
Junto a los R5 era fácil recoger testimonios del tipo «este era el coche de aita», «íbamos a Laredo siete metidos aquí», «era una lata, pero muy funcional, un buen coche»... Junto a los Rolls, era más complicado. «Alquilamos uno para la boda de mi sobrina», apuntaba Sergio Linares, que había venido de Aranda de Duero con su cuadrilla de amigos, «todos aficionados a los coches viejos. Sobre todo a los de tipo 'Cuéntame', los que conocimos de chavales». ¿Por ejemplo? «El Talbot Horizon, el que tuvimos en casa». Decía. Eso sí, mientras se le iban los ojos detrás de un vistoso deportivo Detomaso Pantera, amarillo y negro.
El Detomaso debió de ser fotografiado varios miles de veces. Pero seguramente le superaron en esto los Ferrari: un 328 GTB, a cuyo volante se retrataron bastantes niños y no pocos adultos, y un lustroso Testarossa que se lucía en el estand de la asociación Automóvil Clásico de Euskadi (ACE), compartiendo espacio con otros modelos deslumbrantes, alguno centenario incluso, como un Ford de 1918.
Mucho más que los años
Koldo Ortiz de Vallejuelo, presidente de ACE explicaba «que nosotros entendemos un clásico como algo que va más allá de que tenga X años. La mayor parte de nuestros coches se mueven entre los 50, 80 y 70 años, pero no es solo eso. Han de tener cierta exclusividad, que fueran producciones limitadas o no se conserven muchos ejemplares, que tengan cierto valor histórico incluso», consideraba.
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Un buen ejemplo era un precioso Bristol 402 cuyo propietario, Kepa Elejoste, hacía doblete entre el puesto de la ACE y el de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao, entidad que preside y que se ha traído al Salón «el único autobús Azulito que se conserva y que cumple 50 años». Restaurado, el bilbainísimo vehículo se conserva «en el Museo Mercedes de Aguinaga». Mientras se apagaban las velas de la tarta de cumpleaños –que tenía forma de Azulito, cómo no–, al fondo, desde el Pabellón 1, se oía el rugido de los motores. Eran los coches que participan en el Motorshow, cuya pista ocupa todo el Pabellón 1 y por la que pilotos como Joseba Iraola o Txus Jaio deleitaban a un público ensordecido pero entusiasta.
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