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Domingo, 16 de septiembre 2018, 13:03
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Hubo lágrimas y aplausos. El gentío se arremolinaba en torno a las estaciones. Todos querían verlo. Era la modernidad de hierro y carbón. La promesa de que el futuro, mejor, se estaba cumpliendo. Y nadie quería perdérselo. Hace 125 años, a las diez de la mañana, el tren de vapor partió por primera vez para unir la villa de Plentzia y Las Arenas. Bizkaia se ponía en el mapa del ferrocarril. Y eso iba a permitir muchas cosas. Entre ellas, el transporte de mercancías del puerto a la ciudad.
Aunque no solo. Este medio, que ya funcionaba con éxito en Europa, también iba a ser clave para el desarrollo urbanístico de la Margen Derecha. Por ello, los hermanos Aguirre fueron de los primeros en apoyar su implantación. Habían comprado terrenos en la comarca e ideaban complejos residenciales de lujo. Su idea era sacar a la burguesía del Ensanche bilbaíno y acercarles a la costa.
Para eso, el desarrollo del tren era fundamental. Sobre todo, en un periodo donde las carreteras apenas eran pistas llenas de polvo y baches. Hasta ese momento, ya había un tren que unía el Botxo con Las Arenas. Pero era necesario construir una extensión. Y se logró. Los 15 kilómetros de sinuoso trazado fueron un éxito, según los datos de la época. A finales de diciembre de 1894, se registraron 127.829 viajeros y 14.785 toneladas de mercancías. La compañía se ingresó en total más de 160.000 pesetas de la época, un dineral .
Este mes se cumplen 125 años desde que la primera locomotora uniera las dos villas. Y para celebrarlo, este domingo, a la mañana, la vía que ahora explota Metro Bilbao ha sido escenario de un momento histórico: el regreso del vapor. Muchos vecinos de la zona se han visto sorprendidos por la máquina, aunque en realidad hace muchos meses que se preparaba este evento. A buen seguro hoy también ha habido lágrimas entre más de un residentes.
A lo largo de la mañana, la locomotora 'Aurrera' ha sido la encargada de tirar de todos estos recuerdos. Se trata de la más emblemática de las que se conservan en el Museo Vasco del Ferrocarril. De hecho, fue la primera que restauró, en 1990, y la que suele recorrer el antiguo trazado del desaparecido Ferrocarril del Urola, en Gipuzkoa. Ha realizado tres viajes entre la estación de Larrabasterra y Plentzia para que autoridades y vecinos revivan la historia local.
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