«Plencia la gallarda saluda a los forasteros de afuera»
La villa celebra este sábado su 725 aniversario entre los recuerdos de sus vecinos, y las nuevas historias de los turistas 'enganchados' a este municipio
La villa marinera está de celebración. Este sábado no pasa desapercibido para los vecinos de Plentzia, que cumple su 725 aniversario. Cada 5 de octubre, los residentes esperan soplar las velas para conmemorar la efeméride. «Que todo vaya a mejor», es el deseo de Edurne Bilbao, quien ha nacido y crecido en el pueblo. Y «que siga tan bonita como siempre», ha pedido Señe Trebolazabala, vecino de la localidad.
Se hace este sábado un homenaje al reconocimiento por parte del Señor de Vizcaya, Lope Díaz V De Haro en 1299 de la mano de sus residentes. Los cambios durante estos años saltan a la vista. «El mayor salto histórico es la ruptura que ha tenido el municipio con su gran pasado marítimo, la desaparición de la escuela náutica y los astilleros marcaron un antes y un después», remarca el historiador Jondalar Sota.
De hecho, esa vida de pueblo, más de familia, la echa en falta Bilbao. Le secunda Trebolazabala, quien recuerda las pocas panaderías, las fábricas de hielo, dos carpinterías que había hace años, a donde toda la población de las localidades cercanas. «Plentzia era el centro de toda la comarca de Uribe», asegura.
La villa actualmente está enfocada sobre todo al turismo, la mayoría de sus negocios son bares, restaurantes y hoteles. Poco queda de la antigua industria de la cal, la escabecharía, la cantera o los molinos. Y «esta tendencia parece ir creciendo, fruto de ello es el gran aumento de visitantes y segundas residencias durante el verano», indica Sota, guía del Museo de Plentzia. El cártel que colgaba en la década de los 50 en la entrada del pueblo con el mensaje de «Plencia la gallarda saluda a los forasteros de afuera», sería la frase más utilizada ahora ante la oleada de visitantes. Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, adquirió un fuerte carácter turístico. Esto se debió al entorno de la ría y a la bahía, a su playa y a sus buenas comunicaciones con el Gran Bilbao.
Sus casi 5.000 habitantes se triplican en verano. El puerto, la ría, el arenal, sus calles y su historia de astilleros son un atractivo que llaman cada vez a más turistas. Un ejemplo de ello, es que no cualquier municipio puede hablar de su propio Titanic, como lo hace Plentzia. Una panoplia de Filipinas hacia donde barios marinos locales se embarcaban en sus travesías. Historias como esta llegan a la memoria de Luciano Etxebarria, un antiguo marino. «Aquí se formaron generaciones y generaciones de capitanes, pero se acabaron a finales del siglo XX y no tienen sucesión en la mar», comenta.
Poco de eso ha quedado documentado. La foto más antigua no va más allá de los 50's, pero los recuerdos permanecen. La antigua Placencia de Butrón que surgió en el barrio costero de Gamíniz, perteneciente hasta entonces a la anteiglesia de Górliz, conserva su esencia en su gente.