Identificados dos hombres por robar en 60 coches en Bizkaia

Actuaban de noche. Sigilosos, aprovechaban la oscuridad y la poca presencia de gente en la calle para llevar a cabo sus actuaciones: el robo en turismos, caravanas y furgonetas. Dos minutos en los que se adueñaron de gafas, dinero o prendas. La alarma sonó primero en Berango, en diciembre, y tuvo réplicas en varios municipios más. Entre ellos Sopela, donde su paso terminaría siendo crucial para la investigación. Solo en este municipio lograron desvalijar una treintena de vehículos en dos jornadas. Estos hurtos, sin embargo, les destaparon. La Policía Local activó todos los mecanismos para identificarles: cámaras de vigilancia y huellas que pudiesen haber dejado. En ambas encontraron rastros que, a la postre, han arrojado luz a las pesquisas.

En plena acción, algunas cámaras filman a uno de ellos mientras merodea una fila de coches estacionados. La batería de cintas de la investigación es extensa, obtenidas por cámaras situadas en la vía pública, aquellas que controlan el tráfico y otras de videovigilancia privadas. Enlazando todas ellas se ha podido saber que utilizaban el metro para desplazarse hasta sus destinos. Y también que el coautor solo participó en algunos de estos hurtos.

Esos trabajos han permitido dar un paso de considerable magnitud en las pesquisas, pero todavía falta por conocer si se dará el definitivo. En uno de los robos, el autor dejó unas gotas de sangre sobre una mochila que se encontraba en el coche, según ha podido saber EL CORREO por fuente policiales. Esas pruebas de ADN se han llevado al banco de sangre para conocer si pertenecen a uno de los identificados, lo que cerraría el caso.

Además, no se llevó la mochila, sí en cambio el contenido de su interior, una sudadera con un diseño especial. Y este detalle también ha sido crucial para ponerles nombre. Las imágenes y su descripción fueron compartidas con otras Policías locales, entre ellas la de Bilbao. Los agentes reconocieron a uno de ellos como un sintecho de Bilbao y el otro, que portaba la cazadora, en una zona donde se reúnen estas personas.

El modus operandi que empleaban era siempre el mismo. Ayudados en todo momento por una herramienta metálica abrían cada uno de los coches y, apresurados, comenzaban a guardar en una mochila los objetos que encontraba en el interior. Para ello rompían del cristal de la ventana por apalancamiento del marco. El botín obtenido era ínfimo, monedas sueltas, gafas de sol y algunas prendas de vestir, pero los daños ocasionados eran considerables, se calculan alrededor de unos 11.500 euros.