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El Ayuntamiento de Getxo ha decidido mover ficha y recuperar los denominados malacates, unas edificaciones industriales que llevan décadas en desuso. Formaron parte de la que fue la primera red de saneamiento de España y que sirvieron a Bilbao para transportar y evacuar sus aguas fecales al mar por túneles a principios del siglo pasado hasta desembocar en el municipio costero. El Consistorio está elaborando un inventario de los bienes industriales de la localidad. Los técnicos tienen identificados cinco inmuebles de este tipo terminados en 1903 y que constan del primer nivel de protección especial en el catálogo de patrimonio municipal. El Gobierno vasco los ha reconocido como conjunto monumental. Protegidos de derribos, la institución local quiere elaborar un trabajo detallado que permita conocer las características de los edificios de cara a iniciar su recuperación. Getxo desarrollará un plan director, aunque puntualiza que el Ayuntamiento de Bilbao debe de hacerse cargo de los gastos. «En cuanto sepamos la cantidad se la pediremos porque depende de ellos. Este estudio nos permitirá conocer cuánto costará arreglarlos», explicó Álvaro González, concejal de Urbanismo. Sin embargo, el Consistorio bilbaíno niega que así sea. Portavoces aseguran que «no están inventariados» dentro de sus propiedades municipales.
De momento, se ha comenzado a trabajar en el entorno de los distintos edificios. Trabajadores municipales han limpiado los espacios en los que habían brotado hierbajos y zarzas. Es necesaria en todo caso una mayor intervención, tanto por fuera como en el interior. Las edificaciones son utilizadas por los grafiteros para dejar su firma y también como paneles publicitarios en los que se anuncian actividades en carteles.
Cesión del suelo
En el pleno de abril del año pasado, a propuesta de EHBildu, se aprobó una moción para poner en valor estos edificios. Entonces el municipio costero se comprometió a promover un convenio con el Ayuntamiento de Bilbao, porque a pesar de que la capital vizcaína cedió los suelos hace años, no traspasó su propiedad. Y eso impide al Consistorio getxotarra acceder a su interior y poder, por ejemplo, limpiarlos y acometer obras de mantenimiento.
A raíz de la epidemia devastadora del cólera que azotó Bilbao en 1885, los mandatarios de la época decidieron buscar una solución para mejorar la salubridad. Los bilbaínos bebían agua de la ría, mismo lugar al que vertían las aguas fecales. En 1891, el ingeniero de caminos y proyectista hidráulico Recadero Uhagón presentó un proyecto de saneamiento pionero. En 1903, tras ocho años de trabajos, la capital vizcaína estrenó una obra que costó más de 5 millones de pesetas. Como las aguas sucias se transportaban sin depurar al túnel Boca, en La Galea, se ubicaron las casetas en Getxo. En su interior había pozos de ventilación y registro para el colector. Tuvieron más uso. En la Guerra Civil sirvieron para que los getxotarras se resguardasen de los bombardeos.
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