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Nada queda, más allá de la leyenda, de aquel primer faro del siglo XVIII en el que se preparaban grandes hogueras para señalar la entrada ... a los barcos que se dirigían al Abra. Desde el que podía vigilarse a las ballenas en los acantilados de Getxo. La niebla convertía la zona en invisible, razón por la que a comienzos del XX se mandó construir un segundo a 600 metros. Estaba tan cerca del mar que se resquebrajaba, así que en los años cincuenta se edificó el tercer faro de La Galea. A 180 metros del otro. Es el que ha llegado hasta nuestros días, en desuso desde hace tres décadas, y el que el Ayuntamiento de Getxo lleva años interesado en recuperar para disfrute de sus vecinos y turistas.
Tras meses de contactos con la Autoridad Portuaria y Puertos del Estado– organismo dependiente del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible–, el Consistorio ha firmado un acuerdo que permite desafectar el terreno y enajenarlo. Desembolsará 1,2 millones de euros para adquirir la parcela, que se abrirá al público, después de valorar su estado y rehabilitar la torre y el resto de edificios adyacantes. La Autoridad Portuaria trasladará la señal marítima a una parcela contigua de 3.540 metros cuadrados, en la que ya actualmente está instalada la sirena marítima de niebla. Es la bocina que advierte a las embarcaciones que las condiciones son de baja visibilidad y deben extremar la seguridad.
La Comisión de Faros dio su visto bueno al traslado, aunque habrá que elaborar un estudio geotécnico que aclare el estado del terreno.Se moverá la linterna actual y el resto de elementos tecnológicos, de cara a garantizar la protección del patrimonio y su uso, si fuera necesario en un futuro. El cambio de ubicación incrementará los «costes de mantenimiento, al estar más expuesto al mar», las molestias a los vecinos serán «similares», según se recoge en el convenio.
El actual complejo, a 76 metros sobre el nivel del mar, está formado por una torre a la que están adosadas las tres edificaciones, que suman 358 metros cuadrados. Antaño residían allí los fareros que vigilaban el edificio y se encargaban, sobre todo, de que las luces estuvieran en correcto estado. Desde 1994 pertenece a la Autoridad Portuaria.
De momento, no ha trascendido nada más que el proyecto de rehabilitación de un faro al que anteriormente se le intentó dar otros usos. En 2016 el Puerto de Bilbao sacó a concurso la reparación del inmueble en una licitación que permitía de paso montar un negocio hostelero. La oferta incluía el edificio de 1.616 metros cuadrados construidos, más otros 932 con derecho a habilitar un parking de unas 32 plazas, además de algo más de una hectárea de parcela.
A pesar de tratarse de una ubicación inigualable ninguna empresa se interesó por los pliegos y quedó desierto. La propuesta lo que sí consiguió fue poner en pie de guerra a los residentes en la cercana urbanización de La Galea que, veían su tranquilidad en peligro e incluso, advirtieron con demandar a la Autoridad Portuaria por incumplir la «ley de Puertos». Entendían que iba a provocar «gran impacto ambiental en un paraje protegido».
Tres meses después se abrió la posibilidad a que el edificio albergase un hotel. Ni con esas. Hubo encima de la mesa varias propuestas de empresarios locales para convertirlo en un lugar de ocio, pero ninguno de los proyectos terminó de materializarse por el alto coste que implicaba la reforma.
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