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Hasta veintitrés horas estuvieron sin luz 270 vecinos y comerciantes de la calle Joaquín Arellano, Gobela y Novia Salcedo de Las Arenas por el incendio, que se desató el jueves por la mañana en un cuadro eléctrico de un edificio de viviendas. El número de afectados fue todavía mayor, 400 personas, si bien, algunos de ellos recuperaron la electricidad a última hora de la noche. Después de que Iberdrola consiguiera enganchar un generador a algunos de los inmuebles.
No hay frigorífico ni cámara que aguante tal interrupción de energía y ayer fue día de revisar la mercancía, de deshacerse, en el peor de los casos, de los productos estropeados. Y fueron muchos. Los afectados estiman las pérdidas en «miles de euros» en una semana marcada, además, por el apagón del lunes. «Llevamos unos días... Esta vez nos ha afectado bastante, huele toda la carnicería a plástico quemado. La carne ha estado desde las 09.45 horas de la mañana, que sucedió el apagón, hasta las once y pico, sin frío. El pollo está de aquella manera. A ver si podemos venderlo para que no se pierda», relataba Jon Ander Monedero, carnicero en Joaquín Arellano, mientras esperaba al perito. Mantiene en pie un negocio del que es la tercera generación. «Lo montó mi abuelo primero, luego mi padre... Y ese transformador ha dado problemas toda la vida, espero que en unas semanas no veamos que se han fundido las tuberías y salga el agua por las paredes, porque han estado a mucha temperatura».
Fermina Camacho propietaria del restaurante Zokotxo, de comida paraguaya, llenó a primera hora de la mañana varias bolsas de basura con los kilos de la carne que tenía preparada para una quincena de comidas. «No puedo utilizarla, es mucho jugársela. Tenía el frigorífico lleno de comida», lamentó. Los daños económicos son de «cientos de euros», quizás más. «Voy a contactar con el seguro de la Caixa para reclamar», reveló. Después de estar todo el día esperando a que la luz volviese, pasadas las 22.00 horas se marchó a casa. «No sé a qué hora habrá vuelto, pero lo que está claro es que nos tendrán que indemnizar», pidió.
En la misma acera, Mikaela, dueña de una frutería, confiaba en sacar la mercancía en horas. «Si no vendo la verdura, tendré que hablar con el seguro», anunció. «La luz ha vuelto a las 06.45 horas, es mucho tiempo. Cuando hemos llegado, la cámara estaba a 17 grados. La fruta aún se conserva, pero hay productos como berza, brócoli, cebolla, puerros que pierden la frescura, se estropean», explicó.
Medicinas
A Mercedes Isasi, vecina de la urbanización en la que se desató el incendio, por suerte le pilló en casa. Está discapacitada y tiene que desplazarse en silla de ruedas. «El problema es que no puedo subir. El lunes estuve seis horas en la calle», lamentó. Su mayor preocupación era «el estado de la medicación que me tengo que pinchar, aunque aguantó».
Solucionar la avería provocada tras registrarse un pequeño incendio el jueves en un cuadro eléctrico del número 29 de la calle Joaquín Arellano en Las Arenas, tardó más de lo deseado. Tuvo lugar la tormenta perfecta. Era un día festivo, la instalación estaba en el el bajo de un edificio de viviendas y daba suministro a dos tipos de voltaje (220 y 150). Además, a los técnicos de Iberdrola les costó conectar el generador que llevaron de forma urgente. «Había muchos cables, un lío», relataron algunos vecinos. La alcaldesa Amaia Agirre se personó en el lugar y agradeció el «compromiso y la efectividad» del trabajo realizado, tanto a los bomberos, como a los agentes de la Policía Local y a los técnicos de la compañía eléctrica que se «afanaron sin descanso en solucionar el problema».
«No sé quién se tiene que hacer cargo, pero es un desastre, entre el apagón y lo de hoy jueves... Volví a hacer la compra y tengo que tirar el congelador entero. Es un dinero. Algo tendrá que hacer Iberdrola porque es suyo. Tiene que haber alguna responsabilidad y descuento en las facturas. De hecho, en una revisión igual lo hubiera visto», comentó María García.
Otros vecinos como Agurtzane Lazkano apostaron por la resignación. «Me acosté como nunca, la avería fue terrible, así que como no podía hacer nada a las 22.45 horas estaba en la cama. Habitualmente me voy a medianoche y me levanto a las ocho», detalló. «Nos avisaron de que cerrásemos las ventanas, así que yo me quedé en casa. Se montó una... Bomberos, una grúa... y menos mal que tenía el teléfono móvil, porque ni televisión ni nada en todo el día», se quejó. Sin electricidad tampoco pudo cocinar. «A base de crudo, de latas... Nos dijeron que para las siete de la tarde daban la luz, pero nada. Volví de darme un paseo a las nueve y pico, pero seguía todo el patio a oscuras. Una avería bien gorda. Me he levantado a las tres y media de la madrugada y ya había luz», relató Lazkano.
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