En busca de la historia de un abuelo exiliado durante el franquismo
Jesús Oñate, nieto de Nicolás Landa Garay, alcalde de Plentzia en 1931, lleva meses recopilando información sobre su antepasado
andrea cimadevilla
Jueves, 5 de enero 2023, 01:05
Jesús Oñate, como dice él «un plentziarra de toda la vida, por parte de padre y madre», es una de esas personas que no se ... dan por vencidas fácilmente. De las que gastan todos los cartuchos hasta conseguir lo que se propone, que en este caso no es otra cosa que conocer la historia al completo de su abuelo, Nicolás Landa Garay. Nacido en 1880, Landa fue alcalde y concejal de la villa en 1931 por el PNV, durante la Segunda República, y murió en el exilio, concretamente en San Juan de Luz, diez años más tarde.
Tuvo que huir del país después de ser acusado por el bando sublevado de haber realizado viajes al extranjero sin finalidad conocida, ser nacionalista vasco y haber sido partícipe de la rebelión de los ayuntamientos en agosto de 1934, entre otros motivos.
Considera que su recuerdo «ha quedado en el olvido» y de ahí que lleve varios meses recabando información en distintas instituciones con el fin de «conocer qué pasó realmente y cómo vivió Landa sus últimos años». «Fue una persona que defendió Plentzia y lo único que buscamos es que nos faciliten documentación para que nuestros hijos y nietos conozcan a su bisabuelo», relataba apenado Oñate en conversación con este periódico mientras ojeaba un libro de familia con fotografías que consiguieron hacer.
Según conocen, Landa fue denunciado también por «no respetar la legalidad vigente», algo que repercutió en la libertad de sus hijos, Josu y Mari Carmen, quienes fueron encarcelados por la misma cuestión en el penal de San Cristóbal y en Larrinaga, respectivamente. Son conocedores también de que el juicio contra él dictó sentencia el 19 de diciembre de 1939, pero no cuánto tiempo pasó en Francia lejos de sus seres queridos. «Es uno de los tantos datos que nos faltan», afirma.
Digitalización de archivos
Pese a que su familia no busca «que se le ponga una estatua en el pueblo», sí que pide que se le haga un cierto reconocimiento «ahora que todos los consistorios están reivindicando la memoria histórica». «Mi familia y yo estamos enfadados y apenados simplemente porque no entendemos cómo una búsqueda puede demorarse tanto», apunta. Oñate es consciente de que los documentos que hay en el archivo municipal son antiguos y que es necesario digitalizarlos para poder analizarlos con determinación. Por ello espera que el Ayuntamiento apruebe una partida en un futuro cercano para «disponer de un scanner y poder tener toda la información que aparece relacionada a las actas de entonces de forma accesible».
Admite, asimismo, que no cesarán. Él y su primo, quien se ha unido recientemente a la causa, están hartos de que el tiempo corra. «Llega un momento que no sabemos a quién acudir y llevamos medio año batallando, mientras se ha hecho reconocimientos a muchas otras personas», relataba, añadiendo que incluso José Olano -personalidad franquista- tenía una calle en la villa «hasta hace bien poco».
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