La paella vuelve a reinar en Aixerrota

En un día bochornoso y en el que por la tarde no se registraron incidentes, a los participantes les costó llegar hasta el jurado. La mayoría de las delicias se amontonaron en el último momento, lo que se tradujo en que por un lado un grupo se quedase sin poder concursar, a pesar de que protestó, pero le valió de poco, y para las 15.00 horas todavía los tres miembros del jurado, entre ellos el ganador del año pasado Kas Galea, seguían con los granos en la boca. «El nivel ha vuelto a ser espectacular, pero además hay que valorar que detrás de cada paella hay mucho esfuerzo, una idea, un grupo de personas... Hasta la más simple tiene muchísimo trabajo», valoró Juan Carlos de Miguel mientras hincaba el diente a una de las últimas. «La gente se lo toma con tranquilidad. Hacia el mediodía es cuando llega la mayoría, hay hasta grupos que todavía están preparando los toldos», reconocía la presidenta del colectivo, Escarne Unanue.

Ninguna de las propuestas se quedó en todo caso atrás. Se pudieron ver zanahorias que remaban, un cestapunta, jugadores del Athletic y hasta la estación de Algorta y el molino de Aixerrota estuvieron presentes encima del cereal de una u otra forma. Jon y Zuriñe Cortes la presentaron disfrazados de sioux. Cada año acompañan el plato gastronómico con un traje. «Lo importante es pasarlo bien, estar con los amigos y familia», reconocieron.

Como en cada edición, la decoración, si se realiza con comestibles, se valoró con un máximo de 10 puntos, aunque lo más importante fue el sabor y el punto del cereal, a los que se otorgaron hasta 40. El premio gordo fue para Jose's taldea, el segundo para 32 Maritxu taldea y el tercero para Txokocaritas, aunque hubo otros 49 reconocimientos más para los 52 primeros.

«La clave es el fumet o el caldo, aparte de los ingredientes. Hacemos dos paellas mi pareja y yo, concursamos en otros sitios también. Lo primero es el fogón y luego disfrutar, la nuestra es de pescado y marisco», señaló Diana Rosique mientras hacía cola para inscribirse.

La cuadrilla de Alkarregaz fue de las primeras en llegar. Para las 08.00 horas comenzaron a montar los bártulos. «No concursamos, pero preparamos arroz con bogavante. Cuando ganamos hace 15 años nos plantamos y decidimos dejar a los demás participar, somos solidarios» recordó con guasa Paco Rico.

Las campas fueron un hervidero de gente. Lo de poner el despertador para llegar pronto también caló entre los que fueron a la zona no oficial denominada 'Bronx en la que este año a simple vista no se vieron construcciones con cemento. «A las 08.30 hemos quedado para ir a por las tortillas y las traemos hechas», explicaron desde la cuadrilla formada por veinte chavales de Algorta y tres de Berango. «Hemos traído palets para la tarima. El año pasado estuvo petado de gente, llevamos las dos últimas currando, cinco días a tope, aunque de los ochenta que somos treinta somos los que más horas hemos metido», comentó Jaime Gorostiaga.

Corrieron litros y litros de alcohol y las improvisadas callejuelas se hicieron prácticamente intransitables ante el aluvión de chavalería que bailó desenfrenadamente. «Es el mejor día del año, mejor que las fiestas porque son cinco días, aquí está todo comprimido, trabajas todo el año para este día, tenemos un amigo que viene incluso de Estados Unidos», señaló Iker Ramos.

Las bolsas con los ingredientes y miles de botellas daban paso a los distintos toldos. Al ambiente que generó de por sí el volumen de personas se sumó la txalaparta y la exhibición de danzas de los más txikis de Itxas Argia. Una vez entregados los premios el grupo Garilak 26 fue el encargado de animar la romería.