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El mapa de la despoblación en Bizkaia. Consulta aquí tu municipio
La densidad de población en el territorio es de 521,1 habitantes por kilómetro cuadrado. El 75% de las localidades está por debajo
«Aquí tenemos mucha hierba para cortar». Lo dice, medio en serio medio en broma, Josu Zabala mientras prueba la megafonía distribuida en el exterior de diferentes edificios de Mendata, pueblo en el que nació hace 73 años y que este domingo celebra su tradicional marcha montañera. Es uno de los poco más de 400 vecinos de esta localidad que se extiende a lo largo de 22,72 kilómetros en las estribaciones del monte Oiz. Esas cifras lo convierten en el municipio con la densidad de población más baja de Bizkaia, apenas 17,64 habitantes por kilómetro cuadrado. El dato es también un fiel reflejo del desigual reparto de residentes por el territorio, con unos entornos urbanos en ocasiones desbordados y unas zonas rurales sin apenas vecinos a las que no les queda más remedio que innovar para mantener o atraer moradores.
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EL CORREO ha elaborado una serie de mapas y tablas en los que es posible consultar la densidad pueblo a pueblo y, también, la variación desde el año 2020, con datos del Instituto Vasco de Estadística. El último balance, de hecho, pone sobre la mesa que en tres de cada cuatro municipios se ha incrementado en las últimas dos décadas el número de habitantes por kilómetro cuadrado. En Mendata, integrado por varios barrios, un 2,3%. Pero también en otros pequeños como Sukarrieta (un 111%, hasta los 258,2 habitantes/km²); en Arakaldo (un 109,5%, hasta los 62,9); en Gizaburuaga (un 71,9%, hasta los 34,6); en Murueta (un 65,6%, hasta los 58,1)…
Densidad de población municipio a municipio
Es verdad que las cifras están muy lejos de la media de Bizkaia –el 75% de los municipios están por debajo–, con 521,1 residentes por cada kilómetro cuadrado, con un ascenso del 1,7%, y del Gran Bilbao, donde se alcanzan los 2.289,5. Aunque también es cierto que, salvo la capital, que crece ligeramente (un 1%, hasta 8.485), las principales grandes urbes de su entorno, en general, bajan. Desciende la densidad –y los habitantes– en Barakaldo, Santurtzi, Sestao, Basauri, Getxo… Y, especialmente, en Portugalete, con una caída del 11,5%. Sigue siendo, en todo caso, el núcleo del territorio más superpoblado, con 14.163,6 personas por kilómetro cuadrado.
En Deusto Cities Lab Katedra enmarcan a la villa jarrillera en un modelo de alta densidad «por masificación», con un suelo «totalmente artificializado» en el que no hay «una reserva de espacio para una zona natural». Eso, incide Jon Leonardo, catedrático emérito de Sociología de Deusto, explica en parte la situación «del mercado de la vivienda», ya que la escasez de suelo es algo que «realmente tiene fuerza» sobre los elevados precios. Y también está detrás de «la presión inmobiliaria brutal del área metropolitana» sobre «municipios rurales urbanos», como los de Uribe Kosta y los del entorno de Mungia, que «admiten ciertos tipos de vivienda de baja densidad –chalés o adosados– para clases medias-altas que pueden pagarlos». En Sopela hay 407,9 residentes más por kilómetro cuadrado que a comienzos de siglo (1.686,3), en Berango 340,8 más (933,2), en Urduliz 315,9 más (731,0)…
Variación de la densidad de población desde el año 2000
La «construcción en horizontal», exponen desde el equipo que analiza las ciudades, «es complicada de resolver» en el ámbito de la «dotación de servicios como basuras, reciclaje, iluminación, saneamiento, transporte…». Y, en algunos casos, no permite alcanzar «los mínimos para tener una calidad de vida de estándar medio».
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Ese es uno de los principales quebraderos de cabeza en los municipios pequeños. «Tenemos que competir con la sociedad, que ha cambiado. Hay que ofrecer comunicaciones y servicios para que los pueblos sean atractivos y llegamos hasta donde llegamos», expone Joseba Mallea, alcalde de Mendata desde 2007. Llevan años adaptando edificios municipales para brindar espacios a los vecinos, en ocasiones a través del prueba-error. En la antigua casa cural, el inmueble rebautizado como Idatz Etxea, abrieron un bar, un pequeño museo del caserío, un punto de información y un albergue con más de una treintena de camas.
Servicio de taxi
Ahora, sin embargo, algunos de esos proyectos ya no están y además de la taberna acoge una ludoteca y un gaztetxoko. En Elizoste Etxea, otro edificio municipal, disponen de una gran sala que utilizan para charlas, pero también para dar clases de pilates y seitai, y de otra en la que han abierto este año un aula de estudio. «La gente utiliza mucho estos espacios», asegura el regidor. Y, en lugar de llaves, «que era un jaleo porque a veces se perdían», los usuarios disponen de tarjetas personales o de una aplicación móvil para abrir las puertas.
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«Intentamos dar un uso a cada espacio, pensar cosas nuevas, para evitar que la gente se vaya del pueblo», explica. En estos momentos trabajan para poner un servicio de peluquería y podología semanal y en la construcción de un txoko y de cinco viviendas tasadas, de las que cuatro las han comprado personas de otros municipios.
Pero, en una sociedad como la actual, es difícil que un pueblo pequeño ofrezca todo lo que el ciudadano necesita. La conexión con Gernika, a 15 minutos en coche, es clave. Antes pasaban tres servicios de Bizkaibus al día, si bien desde junio están inmersos en una prueba piloto con rutas cada dos horas de lunes a domingo. «Lo usa mucha gente», confirma un conductor mientras recoge a dos jóvenes en la parada de Elexalde, el 'centro' de la localidad. «Pensábamos que era mejor poner un servicio de taxi y que la gente llamara, pero la verdad es que nos ha sorprendido la buena acogida que está teniendo el aumento de las frecuencias», reconoce Mallea, que confía en que se convierta en permanente.
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Consultorio médico
Otro de los servicios básicos que todavía se conservan es el consultorio, con médico y enfermero varios días a la semana. Y el bar. El municipal de Elexalde cerró en diciembre de 2023 y reabrió en junio de 2024, tras licitar la gestión al dejarlo los anteriores responsables. «Cuando más actividad tiene es los fines de semana, pero es algo que se debe mantener. El ayuntamiento y la iglesia pueden estar cerrados y que la gente tarde tiempo en darse cuenta, pero el bar, no», bromea el alcalde.
La Administración local tiene, a kilómetro y medio del centro, otro negocio hostelero, en el barrio de Olabe. Niurka Romero, natural de Santiago de Cuba, gestiona desde 2018 Zarrabenta Taberna. Pasar de una ciudad de cientos de miles de habitantes a un pueblecito de la Bizkaia profunda es, como poco, un gran cambio. «Sí que echo en falta más gente de mi edad», reconoce su hijo Antonio, de 29 años, que la ayuda en la barra. Viven, sobre todo, de los peregrinos, que pasan frente a la taberna en su ruta hacia Santiago. El goteo a primera hora de la mañana es constante. De Tenerife, de Nueva Zelanda, de Holanda… que, si bien no se quedan, «dan vida».
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