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Flores y memoria para Alberto y Joaquín
Más de mil personas recuerdan a las víctimasy piden justicia en el segundo aniversario del derrumbe «anunciado» del vertedero de Zaldibar
Fue un desastre evitable. El 6 de febrero de 2020, miles de toneladas de residuos, entre ellos amianto, se vinieron abajo desde la escombrera de Zaldibar, situada en el barrio de Eitzaga y cerca del colegio San Lorenzo de Ermua. Dos trabajadores, Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán, fallecieron sepultados en lo que se considera la mayor tragedia medioambiental en Euskadi. Los restos del primero fueron hallados quince meses después. Los de Joaquín siguen enterrados. La catástrofe pudo ser mayor. Varios empleados escaparon a tiempo y la avalancha de tierra y basura cercenó la autopista sin sepultar a nadie más de milagro.
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Fueron días muy difíciles para las familias y para los vecinos. Desalojaron caseríos, se desató el pánico por la posibilidad de un nuevo desplome y los incendios en la cota más alta de la montaña de basura la convirtieron en una incineradora al aire libre. El hedor y los picores de garganta entre la población se generalizaron. Las mascarillas se agotaron en las farmacias un mes antes que en el resto de la comunidad por el covid. Ahora el vertedero está siendo sellado.
El dueño de la firma gestora, Verter Recycling, su sobrina y administradora y el ingeniero que ejercía de responsable técnico pactaron con las familias de los fallecidos asumir su autoría de un delito contra la seguridad de los trabajadores y de dos homicidios por imprudencia grave para esquivar la cárcel a cambio de una indemnización. Habían sido avisados de que podía colapsar. La instrucción por delito medioambiental sigue en los juzgados de Durango a cargo de Ekologistak Martxan y Zaldibar Argitu. Y los vecinos no olvidan.
Una marcha multitudinaria partió a las 12.15 horas de este domingo desde la plaza de Ermua hasta el barrio de Eitzaga para recordar a los trabajadores, pedir que se depuren responsabilidades y una nueva política medioambiental. La manifestación fue convocada por Zaldibar Argitu, Ekologistak Martxan, vecinos del barrio San Lorenzo de Ermua y la red Aldaketaldia, en la que se integran 58 colectivos vecinales y ecologistas. En ella denunciaron que ni un vertedero ni la salud de la gente deben ser un negocio y pidieron la asunción de responsabilidades por parte de altos cargos del Gobierno vasco.
Los manifestantes llegaron sobre la una a la plazoleta de Eitzaga, donde dos jóvenes cantaron dos temas y una dantzari bailó un aurresku de honor ante una placa y una escultura con la que se recordó a las víctimas. Después, niños y mayores protagonizaron una ofrenda floral, en la que también participó, muy emocionada, Nahia, la hija de Alberto Sololuze. «No fue un desastre imprevisto, fue un accidente previsible provocado por la avaricia de los propietarios y la negligencia cómplice de quien tenía que vigilar y no lo hizo, como otras ingenierías que vieron o debieron ver que el vertedero estaba próximo a su derrumbe y nada hicieron, y de grandes y pequeñas empresas que llevaban allí basura perfectamente reciclable porque era más barato enterrarla en el agujero negro negro de Zaldibar que reciclarla. Y del Gobierno vasco, que desde 2013 permitió ampliaciones visitándolo de vez en cuando mediante inspecciones programadas para ver las infracciones y mirar para otro lado», denunció Carlos Alonso, de Ekologistak Martxan, abogado de los colectivos en la causa.
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«Fue un homicidio imprudente reconocido por los responsables del vertedero y un desastre que no debería volver a ocurrir», dijeron portavoces de Zaldibar Argitu, que pidieron una política ambiental que anteponga la seguridad y la salud de los ciudadanos a los intereses económicos.
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