Ni el mal tiempo puede con Cornites

Hay tradiciones que ni la lluvia es capaz de empañar. Y una de ellas es la romería de Cornites, que un año más ha vuelto a teñir de color el Serantes, pese al mal tiempo que ha predominado sobre todo durante las primeras horas del día y que ha obligado a tirar de paraguas y chubasquero durante todo el recorrido. Como cada Lunes de Pascua desde hace décadas, miles de vizcaínos se han calzado las botas para subir este icónico monte de Santurtzi y disfrutar de las espectaculares vistas al Abra y el Bilbao Metropolitano que ofrece el enclave natural.

«¡Menudo día de agua nos ha tocado!», decía empapada, pero sin perder la sonrisa, Beatriz González. Acompañada de su amiga, Lilian Cardoso, ambas procedentes de la villa marinera, reconocía ser fiel a la cita. «Siempre que podemos aprovechamos este lunes para subir al Serantes, aunque es un paseo que hacemos muy a menudo como 'hobby'. A los niños les gusta mucho», decía mientras los más pequeños comían un merecido bocadillo. La romería de Cornites, una de las tradiciones más antiguas y arraigadas de Santurtzi, da este lunes el pistoletazo de salida a un extenso programa que la localidad ha organizado para celebrar las fiestas de San Jorge y que se alargará hasta mayo.

Pese a ser algo menos multitudinaria que otras ediciones a consecuencia del clima, cientos de vecinos no han dudado en aprovechar el día para disfrutar de una fiesta cuya pasión se transmite de generación en generación. «Cuando era una cría vivía en el barrio de Mamariga y veníamos todos los años a merendar. Es un día especial, que procuro no perderme. ¡Este año hasta recién operada lo he conseguido!», decía contenta Isabel Darquistade. También Amaia Martínez, de Portugalete, tiene grabado en su memoria cada Lunes de Pascua que ha pasado en el Serantes. «Llevo toda la vida viniendo», se reía. «Ha habido años que me he traído a la cuadrilla, a la familia, a mi pareja... Esta vez me ha tocado sola», aseguraba.

Un goteo constante de mendizales de distintas edades –desde bebés en carricoche hasta incansables ancianos ayudados por su bastón– ha acabado abarrotando las sendas que conducen a la cima a medida que el reloj marcaba el mediodía. También ha habido quienes han hecho la ruta a caballo. Mientras tanto, en la zona del mazo, multitud de familias hacían una pausa para recuperar fuerzas y degustar los talos, sidra, rosquillas o empanadas. Tampoco ha faltado el cornite, el famoso bollo de pan relleno con chorizo y huevo duro que da nombre a esta celebración. «El paseo es bonito y las vistas inmejorables, pero ahora... ¡Toca comer!», decían los vecinos de Barakaldo, Amparo y Joaquín.

Las inclemencias meteorológicas sí han impedido montar los hinchables que cada año dan forma a un pequeño parque infantil y la llovizna ha provocado que muchos de los excursionistas bajaran a comer a sus respectivos domicilios y no alargasen la jornada en el monte como suele ser habitual. «Con este día lo normal es que la gente se marche al pueblo. Si no, los merenderos y las campas estarían llenas de gente y se ven huecos. Es un día especial porque lo repetimos cada año, pero da pena ver menos gente», decía José Antonio Fernández, que como buen madrugador, a las 10 horas ya había subido hasta el torreón.

Aunque el día «pintaba feo», David Tejedor, gerente de Rosquillas Amorebieta y con puesto en la romería, confesaba estar sorprendido por la cantidad de gente que se había animado. «Ayer –por el domingo– cuando estábamos fabricando pensábamos que venderíamos mucho menos, pero es cierto que aunque el tiempo no acompañe demasiado, el que quiere subir, sube», se alegró. La realidad superó por completo las previsiones que los reposteros habían planificado. «En vez de treinta empanadas como habríamos traído un día de buen tiempo, hemos sacado 16», apuntaba.

• Temas
• Barakaldo
• Bizkaia
• Portugalete