Williams Bros Basque Party
Exportemos al mundo nuestros valores más extraños parasitando para ello a las estrellas que tienen proyección planetaria
Hemos estado dos semanas viajando por Asia central y al registrarnos en un hotel de Taskent el chaval de recepción, viendo nuestros pasaportes, nos preguntó ... de qué parte de España éramos. De Bilbao, dijimos. «Nico Williams, Iñaki Williams. Brothers. Athletic», lanzó. En Uzbekistán nos pasó esto. Aupa ahí. Ni Guggenheim, ni Unamuno, ni pintxopote. La referencia universal de la esencia bilbaína es el fútbol y sus protagonistas.
Será porque no llegan al extranjero los verdaderos prodigios que cursan en el País Vasco, insólitos como la lluvia en sentido ascendente. Qué se yo. Esta semana mismo. Ahí tuvimos al monarca vitalicio de la izquierda abertzale (treinta años de revolución y diez de camisetas molonas) presentándose como garantía de ejemplaridad. Ejemplaridad. Lo decía en relación al servicio público, y yo noté enseguida la modestia del planteamiento al evitar referirse, en general, a una trayectoria histórica que dignifica a la especie.
Pasó eso el mismo día en que las juventudes de la izquierda abertzale comenzaban una campaña de ataques a colectivos diversos con los tradicionales chorretones de pintura roja, caras metidas en dianas con un agujero en medio y demás simbología alegórica del exterminio físico. Vete tú a saber de qué entornos ejemplares ha sacado la chavalada esas mañas. A mí la cabeza se me va, como siempre, a los previos. Al momento en el que los jóvenes insurrectos le llaman a la ama por teléfono para decirle que llegan tarde a cenar, que andan con sus cosas de manualidades, de clase de pretecnología, con las pinturas y las fotos y tal.
Lo que me preocupa más es la edad a la que la muchachada se mete en estas movidas. Por la pericia en el trazado de las dianas, la parrafada explicativa y la factura general del invento, calculo que los autores no tendrán más de diez años. También digo que igual lo mejor es no hacerles tanto caso. Que lo mismo conocen pronto las mieles del amor físico compartido, dan así cauce a los ardores adolescentes y pasan a otra pantalla.
Se nos da bien la gestión de inercias y la tolerancia sobrehumana a las contradicciones
Por el lado de la gestión pública, el poder ejerciente también demuestra creatividad y exotismo a su manera en este nuestro país. Lo de la Casa de las Mujeres de Bilbao. Después de un lustro de debates, consultas y reflexiones el Ayuntamiento decidió que va a estar en un edificio de Atxuri. Se ha diseñado la reforma y se ha licitado la obra. Ahora se ha creado una comisión para decidir qué actividades desarrollar ahí. Ojalá se adapten a los espacios predefinidos. Diseñar el espacio físico antes de decidir el uso que se le va a dar es desde luego original.
El Ayuntamiento va a tener tiempo de pensar en estas cosas porque la reforma del edificio (3,8 millones, tralará) no puede empezar aún. Es que sigue ahí un servicio social del propio Ayuntamiento que asiste a familias con menores en riesgo de exclusión. A cientos de personas. No saben ni cuándo se van ni a dónde. Me imagino a esa gente durante los últimos años, escuchando lo de la Casa de las Mujeres y pensando, ¿Se habrán acordado los del Ayuntamiento de que estamos nosotros aquí?
Yo creo que hay que explotar este 'know-how', este saber hacer, esta redefinición en términos éticos y este exotismo en los modelos de gestión de las dos fuerzas políticas arrolladoramente hegemónicas del país, y darle un impulso internacional. Podría hacerse perfeccionando otra particularidad local: la instrumentalización del deporte y de las cosas comunes como herramienta promocional, como aspersor doctrinal. Propongo la creación de un proyecto político común, integrador: el W2BSP. El Williams Bros Basque Salvation Party, que difunda nuestros valores y pasme al mundo aprovechando el tirón de los brothers.
Ya. Que qué culpa tendrán los buenos de Iñaki y Nico, que andan a lo suyo, que ellos sí que dan mas alegrías que disgustos. Pero bueno, va en los usos y costumbres parasitar el éxito ajeno en beneficio propio, en beneficio del bien y de los mitos y leyendas. A ver quién es el guapo que dice que no.
Como consecuencia de esta estrategia de internacionalización, de expandir estos valores por el mundo, de inocular este virus, igual nos libramos de que acaben pasándonos por encima competidores que ahora miramos con displicencia. ¿Qué valores? Pues la gestión de inercias, la tolerancia sobrehumana a las contradicciones, el triunfo del discurso sobre la realidad y la alegría de ser los mejorcitos.
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