Preparando el fin de fiesta
En el último año completo de mandato antes de las elecciones de 2027 van a culminarse un puñado de proyectos importantes y van a arrancar otros muy esperados
La presentación del Presupuesto del Ayuntamiento de Bilbao, como la presentación de cualquier otro presupuesto de cualquier otra administración pública, siempre tiene algo de rutinario, ... de repetitivo y de consabido. Salvo desastre o recesión económica, la cantidad aumenta de un año a otro y siempre es de récord. Salvo despiste o sorpresa, nunca hay proyectos nuevos porque todos se han anunciado con anterioridad (a menudo, varias veces). Y salvo arrebato creativo singular, se destacan obviedades como si fuesen méritos. Se proclama, por ejemplo, que con ese dinero se van a mantener los servicios públicos de calidad. Y que en el centro de todo están las personas. Ni las cosas ni las mascotas. Las personas.
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Descartados giros originales y sorprendentes, a menudo lo más importante para entender el proyecto de Presupuesto es el entorno. El momento. El paisaje. ¿Y qué tienen de particular en este sentido las Cuentas previstas para 2026? Que es el último año completo antes de las elecciones municipales de 2027, lo que le convierte en el momento propicio para demostrar dinamismo. Eso se hace rematando unos proyectos que llevan tiempo rodando, y lanzando otros que se han dejado para final de mandato. Además, salvo sorpresa, será el último Presupuesto que ejecutará en su totalidad Juan Mari Aburto como alcalde. No dan las apuestas como que va a repetir por cuarta vez como candidato por el PNV. Así que tras doce años al frente de la ciudad, humano es pensar en el legado.
Tiene eso dos dimensiones diferentes. De un lado hay que tener en cuenta que muchos de los grandes proyectos siguen pendientes, esperando su momento para arrancar o para avanzar hacia el mundo de los vivos. Zorrozaurre, Punta Zorroza, el soterramiento de Abando... El Ayuntamiento, pensando en mantener su salud financiera para afrontar todas esas inversiones, sigue sin endeudarse. No tener créditos pendientes siempre es bueno para encarar gastos futuros con sosiego razonable. Y, además, contar con más de 170 millones de remanentes en la hucha –dinero que no se ha gastado en estos últimos años– también ayudará. Aunque esa cifra va a palidecer cuando toque poner precio a lo que queda por hacer. El soterramiento de Abando, sin ir más lejos, muy posiblemente superará de largo los mil millones de euros. Se repartirán entre distintas administraciones, pero la ciudad va a tener que implicarse.
Además de ahorrar para el futuro, el otro aspecto relevante y por supuesto más vistoso del Presupuesto que se acaba de presentar son los proyectos que van a abordarse en este último año de mandato. Los proyectos con los que el equipo de gobierno va a llegar adornado a las elecciones de 2027. Por volumen de inversión destaca la ampliación del Museo de Bellas Artes, uno de los grandes empeños en los que está embarcada la ciudad. Es una de esas obras que tiene proyección internacional y al mismo tiempo fortalece la autoestima local. En principio, estará terminado para el verano que viene. También está el Museo Vasco y de Reproducciones. Todos acumulan retrasos.
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En cuanto a las obras que van a arrancar tras años hablando de ellas en futuro y en condicional, tras años de promesas y anuncios, están la Casa de las Mujeres de Atxuri, el parque de Bomberos de Deusto y la comisaría de Santutxu. Estos dos últimos son los proyectos que explican el gran incremento en el presupuesto del área de Seguridad, que es la mayor preocupación de la ciudadanía.
La otra gran preocupación ciudadana es el precio de los pisos. La Concejalía de Vivienda es la otra que más aumenta en presupuesto, pero sigue siendo la tiene una partida más raquítica, 4,6 millones de euros. Proporcionalmente ha subido bastante, pero en términos reales la mejora es el equivalente a lo que vale un piso, nada extralujoso, en el centro de Bilbao.
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