Niños al poder
No les estamos dando una gran educación, pero al menos les montamos txikiforos para que orienten las políticas públicas
Eran las diez y media de la noche cuando sonó el timbre del portero automático. Qué raro que suene el timbre del portero automático a ... las diez y media de la noche.
- ¿Sí?
- ¿Está Elena? -dijo una voz juvenil-.
- ¿Elena? -pregunté bobamente-.
- ¡Mi polla con melena!
Y se escucharon entonces muchas risas alejándose de forma precipitada y alegre. Menudos truhanes están hechos estos pequeñajos. Pero nos dio mucho gusto saber que aún hay niños que, en esa franja de edad menguante, entre el txikipark y el botellón, siguen haciendo las polladas insustanciales que nos gustaba tanto hacer a nosotros cuando teníamos esas edades.
Evidentemente, el uso cómico de la rima consonante tiene que ver con la mejora en las competencias lingüísticas de la población escolar. Lo de la mejora en las competencias lingüísticas lo hemos sabido esta semana por una prueba que hace el Gobierno vasco: la chavalada va un poco mejor en castellano. Buenísima noticia al fin. Lo malo es que empeora en euskera. Ups. Y como el euskera es el idioma que utiliza la inmensa mayoría para cursar todas las asignaturas, la cosa sigue pintando regulero en el panorama educativo. Claro, estudiar en un idioma en el que los escolares no se manejan con soltura, en el que tienen «cierta dificultad para comprender textos», es asunto de mal pronóstico.
Para no desanimarnos con los resultados espeluznantes y recurrentes de las pruebas PISA, las que hace la OCDE sobre el nivel educativo en Euskadi, el Gobierno vasco no va a elaborar el informe específico que llevaba haciendo desde 2003. Hay que mantener alta la moral del personal y no dejar que ese rumor que llega, un tsunami quizás, nos impida disfrutar del daiquiri y el masaje de pies. Mejor subir la música. Y cerrar las ventanas.
Como para compensar a la chavalada por esta educación malucha que le estamos dando, cada vez se le entrena más en los mecanismos complejos de la participación pública y la toma de decisiones. Se les escucha mucho. Se les escucha en las comidas familiares, que cuando el niño se pone a hablar todos los mayores se callan y le atienden reverenciales, como si estuviese recitando los santos evangelios, el pobre. Y se les escucha en foros públicos desde muy pequeñitos también. En Bilbao está el Consejo Municipal de la Infancia y la Adolescencia, donde se junta a niños de entre 10 y 14 años con concejales y funcionarios para ver qué quieren y para enriquecer las políticas públicas con sus aportaciones (la última propuesta fue una discoteca para menores); está también el Parlamento txiki; están los presupuestos participativos para adolescentes... Cosas así.
Pueden parecer actitudes rayanas con el maltrato infantil, claro que sí. Pero seguro que imprimen carácter. Aunque solo sea porque alguno de esos niños dirá, '¿pero no sois vosotros, adultos, quienes tenéis la obligación de guiarnos, tutelarnos, decirnos lo que nos conviene? ¿cómo voy a fiarme de vosotros, adultos, que andáis organizando teatrillos y mingadas en vez de darnos una educación que nos permita en el futuro arreglar este estropicio que nos estáis dejando y manejarnos por el ancho mundo?'.
Ya. Que no. Que cómo va un niño a andarse en estas complejidades. Si en su día, no hace tanto, nos hubiesen convocado a nosotros a uno de esos artefactos raros de reflexión colectiva, nos hubiésemos echado unas risas, hubiésemos competido en decir barbaridades, y a los diez minutos estaríamos cogiendo la puerta para ir a mear en hormigueros, o a cazar lagartijas, o a explorar universos cercanos.
Así salimos nosotros, también es verdad. Que ahora que nos toca gobernar parece que no damos pie con bola. Así que igual lo próximo debería ser llevar el modelo a cotas maximalistas y que esas curias infantiles, los txikiforos esos, pasen a tener poderes ejecutivos, suplanten a las instituciones ejercientes, y tomen el mando. Seguiríamos avanzando con resolución hacia el precipicio, pero al menos lo haríamos ingenuamente y con rimas chistosas.
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