Los turistas paran los pies a los hosteleros bilbaínos careros
Los turistas que recalan en Bilbao, tanto nacionales como extranjeros, se han quedado ya con la matrícula de un buen número de hosteleros. Los dueños ... de bares y restaurantes sienten cada vez más en su cogote el aliento de los clientes foráneos, que no están dispuestos a pasarles una. Sobre todo, a aquellos que se exceden, a su juicio, en el precio de las consumiciones.
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Este periodista fue testigo el domingo 19 de octubre de la tensión reinante entre una pareja de visitantes españoles y la camarera que le sirvió un marianito, por el que pagó 4,40 euros. El cliente no podía creerse lo que le habían cobrado y dejó entrever, sin éxito alguno, la posibilidad de que las responsables del bar restaurante El Figón se hubieran confundido con la factura.
La camarera y encargada insistieron, tras repasar la lista de precios, que era correcta y que no había nada que corregir, pero en absoluto convencieron al cliente, que no ocultó su enfado. «Es que me parece una barbaridad», lamentó el joven, mientras su chica, atenta a la conversación, no despegó los labios.
Como esos partidos de fútbol en los que los jugadores de ambos equipos no meten un gol ni al arcoíris y podrían pasarse horas sin abrir el marcador, los clientes y las hosteleras podrían haberse pasado horas sin llegar a ningún tipo de entendimiento. Nadie dio su brazo a torcer. Las quejas del afectado, que llegaron a oídos del resto de clientes, se prolongaron por espacio de 15 minutos, hasta que la pareja abandonó el establecimiento, con modales muy educados y con el tique bien guardado en el bolsillo.
Nada que ver con la experiencia vivida en un emblemático restaurante cercano a la Plaza Eguillor. En esta ocasión siete aficionados andaluces estaban viendo en la tele el encuentro que enfrentó a la Real Sociedad y el Sevilla mientras tomaban unas cañas. La sorpresa para los seguidores sevillanos llegó cuando el camarero pasó la cuenta y cobró al grupo 21 euros por las siete birras. Con la gracieta y el deje sevillano, un cliente le soltó al camarero «¿pero esta cerveza baila el aurresku o qué?» Situación hilarante que causó grandes carcajadas.
3,5 euros por un bollo de mantequilla
En el recién inaugurado eltreze Bilbao, de Colón de Larreátegui, de aires modernos que triunfa con sus brunchs de bikinis de pastrami de lengua de res, emparedados de oreja de cerdo y praws rellenos de langostinos, otro joven se quedó ojiplático cuando le cobraron 3,5 euros por un bollo de mantequilla. «¿Ehhhhhhhh?», le escucharon los clientes más cercanos. La carestía hostelera no solo se sufre en Bilbao. En el recién renovado restaurante Aixerrota de Getxo los precios se disparan aún más. Hace varias semanas un matrimonio abonó 10,5 euros por un café con leche descafeinado y un cortado.
El sector se defiende de estos presuntos abusos asegurando que no se pasa de la raya con los visitantes. Cobran, esgrimen, lo que toca. «Ni más ni menos. Cobramos lo mismo a todos. Muchas veces, si cobraras por tiempo, como hacen los médicos y taxistas... Los clientes internacionales necesitan más tiempo porque hay que explicarles mucho las cosas», esgrimen. «El tiempo que tardas en entenderles o hacerte entender, por cuestiones idiomáticas, es mayor. Sabemos un poco de inglés y francés, pero, vamos, lo justo, así que la atención con un extranjero se prolonga bastante más».
Es más, según propietarios de bares y restaurantes de Indautxu, los turistas de otros países vienen como «resabiado y preguntando mucho más, particularmente, los franceses. Los nacionales preguntan menos. Los extranjeros piensan que les vas a clavar y a cobrar más de lo que cobrarías a uno de aquí. Los franceses, para eso son, bufff, muy desconfiados», alegan.
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