¿Por qué huele tanto a pis en las calles de Bilbao?
En Bilbao huele a pis en casi todos los lugares donde hay contenedores de basura. Lamentablemente, por la mañana, tarde y noche. El hedor es ... nauseabundo en cada vez más rincones de la capital vizcaína. Cada uno recuerda las zonas por donde pasa y tiene marcados sus puntos negros. La calle Errekakoetxe, junto a la Alhóndiga, apesta, igual que el espacio donde se ubican tres contenedores en Ercilla, entre la Plaza Moyúa y Colón de Larreátegui, justo enfrente de donde se situaba el restaurante Monteverdi y donde en breve empezará a funcionar un coreano a la brasa. Un colega del periódico me ha recordado que no olvidara anotar que en los partidos grandes del Athletic, la confluencia de Pozas con María Díaz de Haro echa para atrás, como bastantes puntos del entorno de La Casilla.
El problema, por desgracia, va a más. Si tantos lugares huelen mal es porque hay gente que micciona donde no debe o porque el Ayuntamiento tampoco cumple con eficacia su trabajo de limpieza. O porque, simplemente, no hay urinarios públicos.
Es algo que saltó a la luz en los peores momentos de la pandemia. Con los bares y hoteles cerrados o funcionando bajo mínimos, encontrar váteres públicos donde aliviarse se convirtió en una odisea. El Ayuntamiento de Bilbao se escudó entonces en que desde el inicio del covid no cerró ninguno de los 50 baños públicos repartidos por «todos» los barrios de la ciudad. El asunto es que del medio centenar de urinarios públicos diseminados por Bilbao solo 9 están emplazados en algunas de las arterias más céntricas. Cuatro funcionan en el Parque de Doña Casilda y el resto, en Zabalburu, Pío Baroja, la Plaza Indautxu, El Arenal y en la zona de juegos del Paseo del Guggenheim. Ninguno en la Gran Vía o en la zona del Ensanche.
Evidentemente, se ha aprendido bien poco y las administraciones siguen haciendo oídos sordos, por lo que la ciudad sigue siendo en muchas áreas una especie de estercolero.
Una ciudad sucia
Lo hemos padecido muy recientemente, la semana pasada para ser más concretos, coincidiendo con la celebración de la final de la Europa League. Los miles de litros de cervezas (y gin tónics, sangrías y vodka con Sprite que bebieron los ingleses) dejaron regueros de orines en los soportales de la Plaza Nueva y Pozas, especialmente. Volvieron a enervarse los ánimos de los vecinos, principales paganos de este incivisimo que ha convertido a Bilbao en una ciudad sucia.
Por no hablar también de los sufridos comerciantes, que se echan a temblar cada vez que alguien les habla de la posibilidad de que les coloquen contenedores enfrente de sus establecimientos. Deberíamos aprender de ciudades como Barcelona, que solo en el distrito de Ciutat Vella cuenta con 36 WC públicos.
En 2026 dispondrá de dos nuevos servicios de tipo de cabina ovalada, que son el último grito en esta materia. El Ayuntamiento catalán lo ha visto claro: estos mingitorios reducen los hedores. Ha apostado por artilugios tremendamente habituales en los festivales musicales más multitudinarios en tanto que permite que varios hombres se desahoguen simultáneamente. El Consistorio barcelonés se congratula de estar paliando de una manera muy sensible los malos olores.
El problema es de tal magnitud que Barcelona se está planteando también implantar urinarios públicos para mujeres para facilitarles la vida, ya que los mingitorios de plástico instalados de manera experimental y que tan buen resultado están ofreciendo no son unisex.
No sé si habría que apostar por este tipo de urinarios y ponernos a la altura de Barcelona, pero Bilbao, ahora que vive un boom turístico, se merece que vecinos y visitantes no tengan que ir muchas veces por sus calles con las narices tapadas.
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