«Llegué a pensar que por aquí hay petróleo y por eso no nos soltaba Galdakao»
La primera consulta popular organizada en Usansolo en 2014 fue «un antes y un después». El Ayuntamiento de Galdakao, que se negó a ceder las ... urnas, obligó a quien quisiera participar a solicitar antes un certificado de empadronamiento. Aún así, hubo colas de hora y media para votar, y el resultado fue inequívoco: 2.000 apoyos a la independencia, el 90%. «Ese día nos dimos cuenta de que aunque tardáramos años en llegar a la meta había que insistir», evoca Mónica Mena.
Un paseo por el futuro municipio sirve para conocer cómo han llegado sus residentes a ese punto. Además de la explicación geográfica, que «Galdakao y Usansolo no pueden ser la misma ciudad porque hay que ir en coche de una a otra obligatoriamente», está la identitaria. «Nooooo». Así, con muchas 'oes'. Es la respuesta mayoritaria que se escucha al preguntar a la mayoría si se siente galdakaotarra.
«Somos otra cosa», defiende Mena, portavoz de Usansolo Herria y politóloga de formación. Hace 20 años ya dedicó su trabajo fin de carrera a la segregación. «Galdakao es más ciudad, nosotros un pueblo al que solo le falta tener ayuntamiento, más parecidos a los arratianos de Lemoa o a Igorre por tamaño», resume. «Y por la forma de ser, más aldeanos, y a mucha honra». Habla mientras saluda a una pareja. Ella de Bilbao y él de Algorta, pero de Usansolo no les mueven ya «ni los 'geos'». En el 'Kuluxka', uno de los bares que rodean la plaza de Usansolo, hay un bertso escrito en una pared que advierte de que la zona no es parte de Galdakao.
Ser municipio permitirá contar con pediatra permanente y reformar el 'poli', «se lo pedimos a Galdakao en el 94»
Servicios «mermados»
Los argumentos que se oyen en las mesas son variados. «Hay razones de peso y detalles tontos, todo ha ido llenando la copa hasta que se ha desbordado», explica Marisa González. Regentó una tienda de deporte hasta que se jubiló. Recuerda cómo antaño el autobús Galdakao-Bilbao nunca llegó a la zona, y que Usansolo tuvo durante mucho tiempo «los bancos que retiraban en el centro y las bombilla de Navidad que sobraban».
La situación ha mejorado, «pero la sensación de abandono no se va». Subraya dos ejemplos: solo hay un columpio en todo Usansolo y la reforma del polideportivo que se reclamó en 1994 aún no se ha ejecutado. González suspira ante la inminente segregación. «Ha costado mucho, llegué a pensar que teníamos petróleo y que por eso no nos soltaba Galdakao».
Una vez se cuente con ayuntamiento, a lo que se aspira es a gestionar los recursos propios y a mejorar «los servicios públicos que la distancia de Galdakao ha mermado». En Usansolo no hay pediatra permanente, pese a haber más de mil niños y niñas. «Hacer cualquier tipo de papeleo era un infierno porque tenía que cerrar toda la mañana para ir a Galdakao», cuenta el carnicero Javier Orue. «A partir de ahora, bastará con poner el cartel de 'vuelvo en cinco minutos'».
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